En momentos en que el planeta se debate en hallar la forma de deshacerse de desechos plásticos que contaminan cada vez más el medio ambiente, algunos emprendedores cubanos han encontrado un filón económico a esos indeseables materiales y convertirlos en materia prima para otras industrias.
En momentos en que el planeta se debate en hallar la forma de deshacerse de desechos plásticos que contaminan cada vez más el medio ambiente, algunos emprendedores cubanos han encontrado un filón económico a esos indeseables materiales y convertirlos en materia prima para otras industrias.
Aunque el trabajo es duro, las ganancias que perciben son sustanciosas, amén del aporte que, quizás sin proponérselo inicialmente, están haciendo al país estos trabajadores autónomos, cuya experiencia, afirman muchos, debería divulgarse más en el país.
En la provincia de Villa Clara, Yenobys Sánchez Pérez, con solo 26 años y con 20 empleados, ha ido ampliando un negocio que ahorra a Cuba decenas de miles de dólares al año, al producir mensualmente unas 200 mil piezas de plástico que adquiere íntegramente la única fábrica de traviesas de ferrocarril en Cuba, que de lo contrario tendría que importarlas, y eso lo logran, empleando bolsas de nylon ya usadas.
Algo parecido ocurre en una cooperativa del municipio capitalino de Guanabacoa, donde clasifican y procesan una amplia variedad de recipientes de plástico que venden a empresas de la capital o a otros trabajadores privados, y terminan convertidos en una gama de tuberías plásticas para instalaciones eléctricas o hidráulicas.
