Por estos días la prensa cubana ha puesto sus ojos en una hasta ahora casi desconocida fábrica de muebles de la oriental provincia de Las Tunas, cuyos directivos y empleados parecen haber escuchado bien los reclamos de las autoridades del Estado para que la industria nacional empalme sus carros a la locomotora del turismo.
Por estos días la prensa cubana ha puesto sus ojos en una hasta ahora casi desconocida fábrica de muebles de la oriental provincia de Las Tunas, cuyos directivos y empleados parecen haber escuchado bien los reclamos de las autoridades del Estado para que la industria nacional empalme sus carros a la locomotora del turismo.
Y Ludema parece haberlo logrado definitivamente al aportar, según sus directivos, más del 95 por ciento del espectacular mobiliario del Hotel Iberostar Grand Packard, un cinco estrellas de gran lujo recién inaugurado por esa cadena española en el emblemático Paseo del Prado de la Habana.
La fábrica ya había aportado buena parte de los lujosos muebles del Manzana Kempinski, de igual categoría, en ambos casos con una producción que sobresale por su alta calidad, elegancia y muy modernas líneas, fruto de la labor de diseñadores, carpinteros, tapiceros, ensambladores y técnicos.
No obstante, buena parte de los materiales con los que fueron confeccionados los muebles son importados, por lo cual economistas y simples ciudadanos consideran que la concatenación productiva de la que tanto se habla ahora tiene un largo camino por delante, pero el éxito de Ludema demuestra, dicen, que es posible lograrlo.
