Según se aproxima el 1 de mayo, la batalla energética lanzada por el Gobierno cubano se recrudece. Según se aproxima el 1 de mayo, la batalla energética lanzada por el Gobierno cubano se recrudece. Es lógico, esa fecha, que coincide con el día internacional de trabajo, es el día límite establecido por el presidente cubano Fidel Castro para que en todas las cocinas cubanas estén instalados los hornillos eléctricos que permitan que la población se convierta en un ejército activo para reducir la dependencia del país a los carísimos hidrocarburos. Por lo menos, si el rastro del petróleo de calidad que buscan en las aguas territoriales cubanas del Golfo de México Repsol-YPF, y otras tres compañías de India, Noruega y China no termina de aparecer en forma de reservas comercializables.
En paralelo, con estas consideraciones y la frenética actividad de los trabajadores sociales en la distribución de las cocinas eléctricas, desde Miami, grupos de expertos lanzan duras críticas contra el nuevo modelo energético diseñado por La Habana que consideran poco menos que inservible. Aunque olviden decir que ha funcionado bien en determinadas zonas de Brasil.
Los expertos cubanoamericanos dicen que el origen de las carencias en el suministro de energía eléctrica en la Isla se concentra en el fallido intento de hacer funcionar las dos grandes termoeléctricas del país con el crudo pesado que produce Cuba. En su opinión, la adaptación de los mecanismos distó mucho de ser perfecta y desde ese error inicial se habría llegado a una situación de deterioro en las centrales difícilmente superable ahora. Con que quizá lo más urgente fuese construir una refinería nueva, o emprender, de una vez, la complicada remodelación de las instalaciones de Cienfuegos. Pero hay más alternativas. Como la última que parece defender el Gobierno cubano centrada en impulsar la generación de energía eólica. El tiempo dirá si Cuba se convierte o no en el único país del mundo con monodependencia eléctrica para el consumo doméstico.
