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La posición de la Casa Blanca se ve afectada ahora por nuevos, y poderosos, juegos de intereses que afectaran al futuro

En 15 días...

El año electoral que vive EEUU, combinado con la subida del precio del barril de petróleo en los mercados financieros internacionales y, la impopularidad del actual inquilino de la Casa Blanca, parecen formar un cocktail explosivo del que también forma parte Cuba. El año electoral que vive EEUU, combinado con la subida del precio del barril de petróleo en los mercados financieros internacionales y, la impopularidad del actual inquilino de la Casa Blanca, parecen formar un cocktail explosivo del que también forma parte Cuba. En Washington no saben que carta jugar, sobre todo porque George Bush ha perdido gran parte de su predicamento en el Partido Republicano, cuyos líderes empiezan a admitir seriamente la posibilidad de perder la mayoría de que disfrutan en el Congreso y el Senado. Y, en ese contexto, los parlamentarios empiezan a pesar más en su reelección que en los intereses políticos que pudieran beneficiar al presidente y su entorno. Y aquí aparece otra vez la Isla, pero de la mano del poderosísimo lobby petrolero.

Un sector que cuenta con unas conexiones muy amplias en todos los pasillos de la capital estadounidense y que ha contribuido con donaciones e influencia a hacer más fácil el mandato del actual presidente. Y un sector que ahora quiere operar en las aguas cubanas del Golfo de México para extraer petróleo y gas, porque parece que existen allí reservas que, gracias a las nuevas tecnologías pueden ser comercializables y tan cuantiosas que paliarían la desgracia de que la actual Administración no haya conseguido liberar Alaska para que las compañías trabajaran allí. Saben que el presidente les debe algo y quieren cobrar antes de que llegue otro que no tenga unas deudas tan claras y pueda permitirse el lujo de no cumplir sus compromisos. Pero los anticastristas de Miami, cuyos votos quizá sean vitales en Florida, no lo tolerarían. Una elección difícil que plantea un nuevo escenario cuya orografía está por desvelarse. Y que abre el panorama a nuevas tensiones como las que se han producido estos días en La Habana entre el Gobierno cubano y la Oficina de Intereses de EEUU en la Isla.

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