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Las Fuerzas Armadas cubanas se han constituido en autenticos garantes institucionales de la situacion

En 15 días...

La noticia conmocionaba a los medios de comunicación nacionales e internacionales el pasado 31 de julio: Por primera vez en 47 años, y a causa de una hemorragia intestinal sin mayores detalles clínicos, el comandante Fidel Castro delegaba su poder omnímodo en algo parecido a un “consejo de regencia”, encabezado por su hermano Raúl Castro el número dos, en el Gobierno, las Fuerzas Armadas y el Partido. La noticia conmocionaba a los medios de comunicación nacionales e internacionales el pasado 31 de julio: Por primera vez en 47 años, y a causa de una hemorragia intestinal sin mayores detalles clínicos, el comandante Fidel Castro delegaba su poder omnímodo en algo parecido a un “consejo de regencia”, encabezado por su hermano Raúl Castro el número dos, en el Gobierno, las Fuerzas Armadas y el Partido.

Las siguientes horas fueron de absoluto desconcierto, puesto que se desconocía la gravedad real de la enfermedad del líder cubano. La tardanza posterior de Raúl Castro en efectuar una aparición pública tampoco contribuyó a aliviar la tensión. En cualquier caso, y a medida que pasaban las horas y los días, cundía la impresión de que Fidel había conseguido superar lo peor de su enfermedad y que un postoperatorio prolongado seguía su curso.

Por el camino, la normalidad se imponía en el quehacer cotidiano de unos habitantes de la Isla que, excepto por los ratos que echaban comentando los rumores sobre la salud de Fidel, apenas percibían cambio alguno en su “emocionante peripecia habitual para superar el día a día”.

Los analistas, sin embargo, escudriñaban en la escasa medida de sus posibilidades entre las entrañas de la situación y atrapaban algún que otro elemento curioso.

Por ejemplo, que el estamento militar, aparentemente marginado en los cambios en el Partido y en los puestos del renacido Secretariado, lo mismo que en ese Comité interino de Gobierno presidido por Raúl, estaba teniendo bastante que decir. En unos casos mediante actos marcados por la discreción, como el desmembramiento de la Corporación Cimex y, en otros, más visualizables, como el nombramiento del comandante de la Revolución Ramiro Valdés como nuevo ministro de Informática, Comunicaciones y Nuevas Tecnologías. Todo parece indicar que los uniformados se han constituido en garantes institucionales de la actual situación, al margen de cualquier otra iniciativa.

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