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La Habana se llena de rumores tras la Cumbre de los No Alineados

Dos meses después de que Fidel Castro cediera temporalmente sus poderes, los acontecimientos transcurridos y especialmente, la conclusión de la última Cumbre del Movimiento de los No Alineados (NOAL), han reforzado algunas impresiones iniciales de los analistas: bajo la imagen de calma y normalidad se podría estar desarrollando una lucha ideológica entre dos grupos. Dos meses después de que Fidel Castro cediera temporalmente sus poderes, los acontecimientos transcurridos y especialmente, la conclusión de la última Cumbre del Movimiento de los No Alineados (NOAL), han reforzado algunas impresiones iniciales de los analistas: bajo la imagen de calma y normalidad se podría estar desarrollando una lucha ideológica entre dos grupos. Uno formado por las heterogéneas Fuerzas Armadas y otro que llegó a gozar del respaldo absoluto del comandante al que las calles han bautizado como los Talibanes del Trópico.

A algunos hombres de negocios que visitan frecuentemente la Isla les sorprende lo que pudiera ser una escasa participación del partido en la gestión del día a día político. La capacidad de gestión económica del Ejército, cuyo grupo empresarial ha servido como ejemplo para todo el tejido productivo público cubano, parece resultar más decisiva en la pugna que la fortaleza ideológica del conjunto de líderes de nuevo cuño y viejo fervor político que irrumpieron desde el púlpito de la Unión de Juventudes Comunistas, cuyo jefe sería el ministro de Asuntos Exteriores, Felipe Peréz Roque.

La recuperación del general Ramiro Valdés como miembro del Gobierno sería un símbolo del avance de estas fuerzas. Valdés fue ministro de Interior hace años y, según dicen, ha establecido, dicen, un núcleo de sólidas conexiones con China que avalarán su futuro.

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