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Algunos temas que parecian formar ya parte del pasado de la Isla han vuelto con fuerza a la actualidad

En 15 días...

A los observadores de la realidad cubana les preocupa estos días la sensación de “deja vu” que se produce al enfrentarse con informaciones que corresponden a temas que se pensaba pertenecientes más al pasado de la Isla que, desde luego, a su presente o a su futuro. A los observadores de la realidad cubana les preocupa estos días la sensación de “deja vu” que se produce al enfrentarse con informaciones que corresponden a temas que se pensaba pertenecientes más al pasado de la Isla que, desde luego, a su presente o a su futuro. Por ejemplo, la renovada preocupación de las autoridades económicas por conseguir una buena zafra azucarera que quizá tenga que ver con el etanol y el desarrollo de los combustibles alternativos o quizá no, pero que devuelve al primer plano un sector económico que tras su reestructuración de hace unos años parecía destinado a ocupar un puesto secundario ante el empuje de otros sectores como el níquel, el turismo o las remesas, mucho más importante ahora que la producción de dulce que fuera el principal motor económico del país durante décadas.

También pareció volver, aunque con pólemica en este caso, un tiempo considerado como negro por la cultura cubana, marcado por la censura y por el dirigismo de figuras poco respetadas que, en la década de los setenta, dejaron un recuerdo muy negativo en el sector. Los tres programas con los que la televisión cubana honró a este periodo, y a sus figuras principales, provocaron una crisis en un ambiente que, no lo olvidemos, tiene una gran importancia tanto en los puramente económico como en la proyección internacional que consigue para el país. Tanta que los resposables de la televisión pública han tenido que pedir una disculpa por la emisión de los reportajes y por los errores cometidos en su elaboración en un ejercicio saludable de autocrítica muy poco habitual en Cuba.

Y fuera de estas irrupciones del pasado en el presente más inmediato habría poco más que contar. Cuando ya han pasado seis meses desde que Fidel Castro cedió temporalmente el poder para propiciar su recuperación de la enfermedad contra la que lucha, sigue sin apreciarse desde el exterior de los actuales núcleos del poder ningún cambio reseñable.

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