El silencio que guarda Canadá acerca de una posible transición en Cuba tras la enfermedad de Fidel Castro es bastante revelador ya que muestra el compromiso de este país de buscar un camino diferente al de EEUU. Según coinciden varios expertos, Canadá prefiere llevar a cabo una política constructiva. El silencio que guarda Canadá acerca de una posible transición en Cuba tras la enfermedad de Fidel Castro es bastante revelador ya que muestra el compromiso de este país de buscar un camino diferente al de EEUU. Según coinciden varios expertos, Canadá prefiere llevar a cabo una política constructiva.
John Kirk, un observador experto en las relaciones entre Cuba y Canadá ha señalado que “la política de compromiso constructivo, incluso durante gobiernos conservadores que no simpatizaban con el sistema cubano, ha mantenido un alto grado de estabilidad en sus relaciones”
Canadá es desde la dácada de los noventa uno de los principales inversores en la Isla, especialmente en el sector petrolero y minero. Además, sus relaciones diplomáticas con La Habana gozan de buena salud. Tanto que funcionarios estadounidenses ven que Canadá será clave.
Durante los últimos años, Canadá ha enviado anualmente millones de turistas a la Isla y sus empreas tienen numerosos intereses en la Isla, sin importarles las cláusulas restrictivas de la Ley Helms-Burton. Un ejemplo es la empresa Sherrit International cuya aportación a la producción de níquel ha sido vital en los últimos años.
Kirk considera que “Cuba marchará a su propio ritmo, la política más sensata es dejar que la mayor de las Antillas sea lo que ella misma descubra que quiere ser”.
