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Los nuevos responsables de Cuba parecen haber comprendido que algunos cambios son necesarios

En 15 días...

La visualización de la multitud y variedad de los cambios que están produciéndose en la Isla desde que Raúl Castro ocupa el poder con plena legitimidad legal podría llevar a pensar a algunos observadores un tanto suspicaces que los máximos responsables del país desarrollan en estos momentos con gran entusiasmo el viejo axioma político de que “hay que cambiar algo para que nada cambie”. La visualización de la multitud y variedad de los cambios que están produciéndose en la Isla desde que Raúl Castro ocupa el poder con plena legitimidad legal podría llevar a pensar a algunos observadores un tanto suspicaces que los máximos responsables del país desarrollan en estos momentos con gran entusiasmo el viejo axioma político de que “hay que cambiar algo para que nada cambie”. Las pregonadas liberalizaciones en el acceso a la telefonía móvil o a los hoteles que benefician a todos los cubanos reflejan, sin embargo, una realidad menos amable que su enunciado. De momento, los precios continúan estando en moneda convertible, es decir muy lejos del alcance del cubano mortal medio. Otro tanto podría decirse de la blasonada “entrega de tierras a los campesinos” que no conlleva en ningún caso la trasmisión de la propiedad a los beneficiarios de esta cesión en usufructo.

Todo eso es así y, evidentemente, podría resulta poco estimulante a priori, pero cuando se toma una cierta perspectiva para el análisis de estos cambios puede llegarse a la conclusión de que, al menos, los actuales responsables de la Isla han comprendido que con la permanencia del viejo sistema tenían las horas contadas tanto ellos mismos como del modelo armado por la decantación de los vencedores de la Revolución.

Todavía resulta difícil aventurar qué es lo que puede terminar ocurriendo en Cuba al final del proceso o cuál puede ser el punto de destino real de todos estos cambios que comienzan a enunciarse. Lo que parece contrastado es que el levantamiento de estas prohibiciones marca una ruta. Y quizá otros asuntos menos conocidos como la drástica disminución de banderas izadas en la plaza habanera que se encuentra frente la Oficina de Intereses de EEUU con la contrapartida no explícita de la rebaja de los contenidos políticos en los mensajes que los diplomáticos estadounidenses publican en su cartel luminoso aporte algunas pistas más.

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