Esta quincena, el nuevo presidente del Consejo de Estado de Cuba, Raúl Castro, cumple sus cien días como máximo mandatario de la Isla, aunque ya hace casi dos años que ocupa esa posición, si bien antes su posición en el poder estaba mediatizada por las posibles incertidumbres derivadas del interinato. Esta quincena, el nuevo presidente del Consejo de Estado de Cuba, Raúl Castro, cumple sus cien días como máximo mandatario de la Isla, aunque ya hace casi dos años que ocupa esa posición, si bien antes su posición en el poder estaba mediatizada por las posibles incertidumbres derivadas del interinato. Una circunstancia que, sin embargo, para la mayoría de los analistas internacionales no resultaba un impedimento a la hora de establecer al hermano pequeño de la familia Castro, como el más que probable sucesor. Con las debidas cautelas, por supuesto.
En cualquier caso, Raúl ya es el máximo mandatario del país y cien días después de su anunciada ascensión se percibe un cambio notable en el espíritu de los ciudadanos que ha pasado de un fatalismo pesimista muy acusado y casi ya tradicional al terreno de las esperanzas, por cautelosas y evanescentes que puedan resultar.
En este tiempo, el Gobierno ha dado pasos en el sentido que anunció el propio presidente en su discurso de investidura y ha empezado a levantar algunas de las prohibiciones absurdas a las que él hizo referencia, de un modo pausado pero continuo. Son iniciativas muy diversas, desde la entrega de tierras en usufructo a los campesinos a la liberalización de la telefonía móvil, por ejemplo, quizá más simbólicas que otra cosa. Aunque también hay asuntos más medibles en el hoy y el ahora como la innegable mejora que han experimentado los transportes urbanos. Sin embargo, los precios y los salarios, quizá los dos asuntos que más importan al final a la ciudadanía siguen siendo, por ahora, una asignatura pendiente.
