A pesar del efecto devastador de los huracanes, la decisión de Raúl Castro de configurar un panorama más amable para la inversión extranjera ha reavivado el interés de algunas empresas turísticas españolas por Cuba. A pesar del efecto devastador de los huracanes, la decisión de Raúl Castro de configurar un panorama más amable para la inversión extranjera ha reavivado el interés de algunas empresas turísticas españolas por Cuba. Todavía no hay resultados concretos, pero sí muchas cartas de intenciones firmadas. El primer signo visible de este nuevo clima es la velocidad que parecen haber tomado los funcionarios encargados de los trámites burocráticos, un poderoso freno en otros tiempos.
Según algunos diplomáticos europeos que realizan su trabajo en la Isla, las autoridades cubanas son conscientes de que la actual estructura de su negocio no da para más. La competencia de otros destinos del área como Santo Domingo, más baratos, hace estragos sobre la contratación de paquetes “todo incluido” de la que la industria hotelera se había acostumbrado a vivir.
En La Habana son conscientes de la necesidad de dar un salto hacia la calidad con nuevas ideas e inversiones. Por eso son mucho más receptivos a la hora de evaluar nuevos proyectos que les llegan a la mesa del Ministerio de Inversión Extranjera. Las constructoras españolas también toman posiciones en la Isla. Lo mismo que las inmobiliarias, aunque el impulso completo no va a producirse hasta que La Habana se decida a cambiar las actuales leyes y abrir paso a un nuevo esquema que permita, o facilite, la propiedad plena de las viviendas.
