El Gobierno cubano ha comenzado a tomar medidas ante los efectos que la crisis económica global produzcan en el país, además perjudicado por el reciente paso de los huracanes, unas decisiones que no han debido sentar nada bien a los proveedores de la Isla. El Gobierno cubano ha comenzado a tomar medidas ante los efectos que la crisis económica global produzcan en el país, además perjudicado por el reciente paso de los huracanes, unas decisiones que no han debido sentar nada bien a los proveedores de la Isla. Al parecer, el Ejecutivo ha pedido a los “suministradores” que amplíen el plazo de los pagos hasta 360 días, desde los 180 establecidos inicialmente, e incluso les han expresado la necesidad de reestructurar su deuda. La situación se torna complicada. Según Reuters, al menos un banco español habría dejado de aceptar letras de créditos para hacer negocios en la Isla y la disponibilidad de futuros créditos es aún incierta con un entorno de crisis financiera internacional. Además del embargo de EEUU, Cuba tiene en su contra que no es miembro del FMI ni de otras agencias multilaterales de crédito. Ante esta situación, el futuro de sus finanzas dependerá en gran parte del apoyo recibido de sus aliados Venezuela y China, así como de la voluntad del Gobierno de sacar adelante las reformas económicas. Algunos observadores aseguran que la crisis financiera también podría ofrecer cierta apertura a la Isla para renegociar parte de su deuda, que, según cifras del Banco Central, asciende a 16.500 millones de dólares.
