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La austeridad marcará las celebraciones del 50 aniversario de la Revolución

Cuba se prepara para vivir el 50 aniversario del triunfo, el 1 de enero de 1959, de la revolución encabezada por el líder cubano Fidel Castro, tras alzarse en la Sierra Maestra contra Fulgencio Batista. Cuba se prepara para vivir el 50 aniversario del triunfo, el 1 de enero de 1959, de la revolución encabezada por el líder cubano Fidel Castro, tras alzarse en la Sierra Maestra contra Fulgencio Batista.

Una fecha histórica que, sin embargo y contra todo pronóstico, no tendrá su parangón en los festejos que se están preparando en una Isla que ahora más que nunca necesita algo que celebrar y con lo que olvidarse del complicado contexto económico por el que atraviesa. Parece que el devastador paso de los huracanes no ha dejado lugar para fastuosos gastos en las arcas públicas cubanas, pese a lo significativo de la fecha.

Uno de los aspectos que más ha sorprendido entre los propios cubanos ha sido que los actos más importantes de las celebraciones planean realizarse en Santiago, en vez de en La Habana, como venía ocurriendo en los últimos años. En esa ciudad han comenzado ya las obras para lucir el balcón del antiguo Ayuntamiento, donde Fidel proclamó el triunfo de la Revolución, y de las áreas alrededor del inmueble. Por iniciativa del primer alcalde de esa ciudad, Emilio Bacardí Moreau, cada 31 de diciembre tiene lugar en ese punto la ceremonia de izaje de la bandera nacional, como una muestra de reafirmación patriótica de los santiagueros en nombre del resto de los habitantes del país.

A pesar de los esfuerzos, nadie espera ya una aparición sorpresa de Fidel, que ni si quiera asistió a la ceremonia de los gobiernos de la Comunidad del Caribe la pasada semana, en la que le otorgaron la Orden Honoraria de ese organismo, que recogió su hermano Raúl Castro.

Al parecer, y según fuentes diplomáticas en La habana, los periodistas extranjeros tampoco lo están teniendo nada fácil para cubrir el evento, y las trabas para acceder a la información son aún mayores que cuando el Papa Juan Pablo II visitó la Isla hace ahora una década.

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