La sorpresa con la que los medios internacionales han acogido la “renuncia” del presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón, parece no haber sido tal en las calles de La Habana. La sorpresa con la que los medios internacionales han acogido la “renuncia” del presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón, parece no haber sido tal en las calles de La Habana. De hecho, el pasado 2 de junio ya circulaban rumores por la Red en los que se anticipaba la noticia. Soberón ha sido siempre uno de los hombres más cercanos a Raúl Castro, y su salida del organismo monetario se ha producido precisamente en una semana en la que los halagos hacia el ya ex funcionario se repetían por su esfuerzo en convencer a la población de llevar a cabo una política de “Ahorro o Muerte”. El comunicado oficial, repleto de los habituales eufemismos burocráticos, señala que Soberón ejerció su labor «con lealtad, al igual que la mayoría de los ministros que fueron sustituidos en marzo». Lejos de estas versiones, muy pocos dudan de que el destino de Soberón podría ser el mismo que el de otros dirigentes cubanos, considerados hasta el pasado 2 de marzo piezas clave en el Gobierno, como Carlos Lage o Felipe Pérez Roque.
Ernesto Medina, hasta ahora presidente del Banco Financiero Internacional, dirigirá ahora el organismo. Medina tiene sus orígenes profesionales en el perímetro del grupo empresarial de las Fuerzas Armadas. Estuvo en Angola antes de iniciar su carrera en el mundo financiero. A su regreso a Cuba ocupó la dirección de la oficina del Banco Metropolitano en Vedado. Una sucursal de gran importancia porque era donde la mayoría de las delegaciones diplomáticas y las empresas extranjeras con intereses en el país tenían sus cuentas corrientes.
