Con el descenso de los ingresos petroleros parece más que evidente que Venezuela tiene cada vez más difícil eso de “regalar” el petróleo a sus países aliados. Cuba sabe que acelerar las inversiones para dar un empujón al negocio nacional se torna ahora más importante que nunca y China está jugando un papel fundamental para ello. Con el descenso de los ingresos petroleros parece más que evidente que Venezuela tiene cada vez más difícil eso de “regalar” el petróleo a sus países aliados. Cuba sabe que acelerar las inversiones para dar un empujón al negocio nacional se torna ahora más importante que nunca y China está jugando un papel fundamental para ello. Al menos eso parece ante la sorpresa de la población por el rápido desarrollo que se está produciendo, con colaboración del gigante asiático, en el complejo petrolero de Santa Cruz, ubicado entre La Habana y la provincia de Matanzas. A la velocidad del desarrollo del proyecto en la zona se suma además el aspecto moderno de las construcciones, con un asombroso parecido con el aspecto prefabricado que tienen las construcciones chinas. Aunque las esperanzas por el oro negro en aguas cubanas son muchas, estas perspectivas quedan diluidas por la realidad, que demuestra que el petróleo terrestre es el único que, de momento, da resultados satisfactorios. Los especialistas calculan que el potencial petrolero cubano es de 21.000 millones de barriles probables, para lo que se requiere una fuerte inversión y tecnología. Aquí entra en juego el papel de las empresas extranjeras, que tienen en su poder la llave de la financiación para llevar a cabo estos proyectos.
