La familia Estefan ha sido hasta hace unas semanas fiel representante del grupo de artistas que apoyaba al Partido Republicano en su postura anticastrista. La familia Estefan ha sido hasta hace unas semanas fiel representante del grupo de artistas que apoyaba al Partido Republicano en su postura anticastrista. Pero ahora que Washington apuesta por la diplomacia cultural en su acercamiento a Cuba, la situación ha cambiado. El negocio de la música latina es suculento y Gloria Estefan fue una de las participantes más sondas en la fiesta que Barack Obama ofreció en la Casa Blanca, una celebración que coincidió con la visita del presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Pura casualidad? Muchos creen que no. Esta es sólo una muestra más de un cambio de postura que sigue al discretísimo silencio que tanto la cantante como su marido, Emilio Estefan, mantuvieron durante la polémica que rodeó al concierto de Juanes en La Habana.
Una postura que hace evidente la necesidad que tienen los músicos de actuar con mucha prudencia ante este asunto para mantener a su público tradicional sin desairar a la industria de la que forman parte.
Parece evidente que las discográficas, buenas financiadoras del Partido Demócrata como toda la industria audiovisual de EEUU, han forzado la neutralidad de los suyos. Lógico. Saben que los músicos latinos del llamado lobby antiembargo cuentan con el apoyo de figuras clave como la secretaria de Estado, Hillary Clinton, o la presidenta de la Cámara de representantes, Nancy Pelosi, quien también se reunió con Zapatero esta semana.
