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Hillary afirma que solo los Castro quieren que se mantenga el embargo

Para algunos diplomáticos europeos con residencia en La Habana la cuestión no puede estar más clara. Si la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, está tan segura como afirma de que los únicos interesados en que Washington mantenga más tiempo el embargo comercial sobre la Isla que ya dura más de cincuenta años, ¿A qué espera la Administración Obama para levantarlo? En pura lógica, ese sería el movimiento conveniente y necesario, según las ideas que defienden los actuales responsables de la política exterior estadounidense para afrontar con éxito los objetivos que hasta ahora no han rozado ni de lejos. Para algunos diplomáticos europeos con residencia en La Habana la cuestión no puede estar más clara. Si la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, está tan segura como afirma de que los únicos interesados en que Washington mantenga más tiempo el embargo comercial sobre la Isla que ya dura más de cincuenta años, ¿A qué espera la Administración Obama para levantarlo? En pura lógica, ese sería el movimiento conveniente y necesario, según las ideas que defienden los actuales responsables de la política exterior estadounidense para afrontar con éxito los objetivos que hasta ahora no han rozado ni de lejos. Sin embargo, fuera de este inusual brindis al sol no parece detectarse en el gran país norteamericano ni el verdadero deseo, ni mucho menos la intención, de pasar de las palabras a los hechos. Por lo menos, de momento.

Mientras llega o no llega ese día, el mundo de la cultura empieza a ser víctima de la batalla propagandística que se desarrolla a ambos lados del Atlántico, un poco de espaldas a una población cubana, en las dos orillas, más interesada en bailar y disfrutar de los ritmos comunes que en llamamientos políticos que ligan mal con la coyuntura de crisis económica. Los Van Van llenan en Miami y Calle Trece arrastra a 200.000 personas al ‘protestódromo‘ de La Habana. Unas cuantas más que las 3.000 contadas que acuden a un acto de desagravio oficial en el que Silvio Rodríguez, el principal reclamo, lee un manifiesto, pero no canta. Sí cantó, en cambio, este verano, en el concierto por la paz de Juanes que aglutinó a un millón de personas en la capital cubana, ansiosas de bailar y poco dispuestas a algaradas políticas de ningún signo concreto. Representa quizá, el verdadero latido interno de una población golpeada por la crisis, sin más posibilidades que ‘resolver‘ para sobrevivir y que empieza a enfrentarse a recortes de subsidios históricos. Ahora, según cuenta Radio Bemba, quizá tengan que abonar una cuota simbólica por acudir a la consulta del médico.

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