El dramaturgo Carlos Díaz, director de la compañía de teatro El Público, acaba de recibir el Premio Nacional de Teatro 2015, galardón que refrenda los méritos en su ya consolidada carrera, en la que aparecen algunas de las más destacadas puestas de la escena teatral cubana, con una estética muy particular, considerada brillante por unos y estridente por otros, pero que no deja a nadie indiferente. El dramaturgo Carlos Díaz, director de la compañía de teatro El Público, acaba de recibir el Premio Nacional de Teatro 2015, galardón que refrenda los méritos en su ya consolidada carrera, en la que aparecen algunas de las más destacadas puestas de la escena teatral cubana, con una estética muy particular, considerada brillante por unos y estridente por otros, pero que no deja a nadie indiferente.
Díaz se graduó de teatrología en la Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Arte y en la década de 1980 se involucró con diversas compañías como Teatro Ensayo de Bejucal, Teatro El Público, Ballet Teatro de La Habana y Teatro Irrumpe.
Carlos Díaz considera que el arte teatral debe estar hecho para divertir al público. “Soy de los que hace teatro como quien prepara una fiesta, la gente viene y no sabe lo que va a ver, pero sabe por dónde van los tiros”, asegura el director, para quien el éxito se traduce en lograr la más amplia comunicación con el público.
Ama las salas llenas y atribuye las largas colas en la taquilla del Trianón, sede de su compañía, a la coherencia de su labor y al repertorio concienzudamente escogido, aunque muchos se lo achacan también a su forma provocadora, desmesurada, irreverente y sensual de tratar temas como la doble moral, la intolerancia, la espiritualidad y la sexualidad en la Cuba de hoy.
Y para definirse a sí mismo, ya cercano a los 60 años, se considera “un hombre muy feliz que no le pide a la vida mucho más que ir cada día al teatro, que se esfuerza por mantener la humildad, que ha sido muy amado y que ha amado extraordinariamente, y que considera su mayor responsabilidad no parar nunca de hacer teatro”.
