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La impresión de un turista global sobre la Cuba de hoy reflejaría la agitacion que recorre el subsuelo social de la Isla

En 15 días...

Si a un turista global le pidieran desde el exterior de la Isla su impresión sobre lo que sucede ahora en Cuba probablemente resumiera sus vivencias con una frase parecida a esta: «Todo se mueve». Si a un turista global le pidieran desde el exterior de la Isla su impresión sobre lo que sucede ahora en Cuba probablemente resumiera sus vivencias con una frase parecida a esta: «Todo se mueve». Y sería cierto, porque nadie sabe hacia dónde, ni en qué dirección, ni existe una intensidad concreta en el ritmo del baile, pero la convulsión se aprecia y, a pesar de todas las matizaciones que hubiera que introducir en el discurso, la mutación que avanza por el subsuelo social de la vieja perla caribeña se percibe casi sin querer.

A partir de estas elucubraciones, fruto de una observación casi superficial, los menos imaginativos quizá concluirían que lo único que ocurre es que se han liberado un centenar y medio de actividades económicas que pasan a constituir la base sobre la que se pretende construir un tejido económico privado y que eso da lugar al perceptible hormigueo popular con el que se habría encontrado, nada más afrontar el principio de su delicada tarea de observación.

Sin embargo, quizá algún otro viajero, con más años y más acceso a las hemerotecas, explicaría que las nuevas actividades disponibles para el ejército de flamantes ‘cuentapropistas‘ son las mismas que se autorizaron hace diez o quince años y entonces, al contrario que ahora, no se observó una efervescencia como la actual. La diferencia sería, evidentemente, que aquella apertura inicial de la década de los noventa del pasado siglo no estuvo acompañada como ahora de un proceso de destrucción masiva de empleo público.

De aquí en adelante, sólo queda ver en qué termina la cosa, mientras los más amigos de los enredos recomiendan seguir con atención los prolegómenos del próximo congreso del partido al que algunos atribuyen, a la postre, la condición de contratista de la esquela que certificará el fin de medio siglo de historia cubana.

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