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La financiación del ‘cuentapropismo’, el gran problema de futuro para Cuba

El creciente número de solicitudes de licencias para establecer negocios por cuenta propia, tiene visos de convertirse en un problema para Cuba. El creciente número de solicitudes de licencias para establecer negocios por cuenta propia, tiene visos de convertirse en un problema para Cuba. Según datos oficiales, el 68% de las 221.839 nuevas licencias otorgadas y en proceso de hacerlo hasta abril correspondían a personas que no tenían vínculo laboral, y el 16% procedían de jubilados y trabajadores estatales. Los ingresos eran, por lo tanto, limitados o nulos, por lo que la falta de recursos podría lastrar el número de nuevos negocios y limitarlos a áreas con una inversión requerida mínima.

Con una población cada vez más agotada por las demoras y los retrasos, el Gobierno cubano, o más bien la veterana dirigencia de la Isla, sigue con el único empeño recurrente de ganar tiempo. Sin embargo, hay problemas que por mucho que se dejen para después ni desaparecen, ni pierden su complejidad. Por el contrario, suele suceder que cuando reaparecen resultan más difíciles de resolver, combinados con otros aspectos coyunturales que también empeoran al no haberse resuelto la parte principal del embrollo. En el caso de Cuba, esa parte básica que impide el avance es el establecimiento de alguna forma de propiedad privada. Sin ella, ni se podrán vender casas, ni se podrán vender coches, ni, sobre todo, se podrá avanzar en la reforma de la economía. Sencillamente porque el establecimiento de circuitos de crédito y financiación requiere de avales individualizados. Y sin propiedad privada no hay garantías para los préstamos. Y sin ellos, ni los emprendedores, ni los autónomos, ni ninguna otra fórmula de actividad económica privada puede despegar y consolidarse. Muchas de las licencias han sido entregadas a personas que ya ejercían, aunque sin la autorización. Los analistas alertan que el 64,7% de los graduados universitarios y el 66,4% de la fuerza técnica y profesional del país son mujeres. Sin embargo, las opciones en oferta para el trabajo privado resultan tan precarias y pobres en conocimiento como para los hombres. El problema es, por tanto, acuciante en una sociedad con alto nivel educativo.

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