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Algunas empresas internacionales presentes en Cuba empiezan a sentirse molestas por los aumentos de los precios

En 15 días...

El nuevo año ha traído una sorpresa desagradable para los empresarios internacionales con intereses en Cuba y también para los ciudadanos propietarios de vehículos que funcionan con diesel. El nuevo año ha traído una sorpresa desagradable para los empresarios internacionales con intereses en Cuba y también para los ciudadanos propietarios de vehículos que funcionan con diesel. Unos y otros han conocido directamente en las gasolineras que el litro de este combustible vale desde ahora 75 centavos de convertible. Esta subida es la segunda en ocho meses, porque en mayo del año pasado ya se le aplicó una, en este caso desde 45 a 55. La suma de ambas supone un incremento del 66% en sólo ocho meses. Y se trata de un golpe del que, de momento, estarían exentas las empresas del tejido empresarial público. Además, este incremento del precio ha sido una verdadera sorpresa para todos los afectados al no haber sido anunciado previamente en ningún medio oficial conocido.

Otro colectivo damnificado son los taxistas particulares que ya subieron sus tarifas un 5% en 2004, a causa del aumento del precio del diesel y, por lo tanto, también los turistas que utilizan sus servicios.

Pero, algunos afectados por la decisión de La Habana señalan que el incremento del precio del diesel, sólo viene a sumarse a otros aumentos que, en esos mismos ocho meses fatídicos, se vienen produciendo en casi todo lo relacionado con los automóviles, según ellos, el coste de los repuestos, como las baterías o los neumáticos, habría aumentado casi un 30% de media. Y podría seguir haciéndolo porque cada vez que hay que comprar algo aparece la poco deseable sorpresa. Lo único favorable es, por ahora, que la gasolina ha seguido manteniendo estable su precio, pero prácticamente todo el mundo espera que el próximo movimiento venga por ahí. Para las empresas afectadas, junto al aumento de costes que les supone este esquema hay un problema quizá mayor: la imposibilidad de planificar su futuro financiero a medio plazo ante tanta variación súbita e inesperada de su estructura de gasto.

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