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Los inversores extranjeros, cada vez más reacios a apostar por Cuba

La compañía angloholandesa Unilever está a punto de dejar Cuba, país en el que entró en 1994 al formalizar una empresa mixta con la compañía local Suchel para la fabricación de cosméticos y artículos para la limpieza personal, según una reciente información publicada por la agencia Reuters. La compañía angloholandesa Unilever está a punto de dejar Cuba, país en el que entró en 1994 al formalizar una empresa mixta con la compañía local Suchel para la fabricación de cosméticos y artículos para la limpieza personal, según una reciente información publicada por la agencia Reuters.

La noticia parece reflejar perfectamente el signo de unos tiempos en los que la llegada de nuevos inversores internacionales a la economía cubana se ha frenado casi por completo en los últimos meses, a pesar de la apuesta por dar espacios al sector privado en la economía que, teóricamente, estaría impulsando Raúl Castro.

Más aún, la tendencia parece ser la contraria, según algunas fuentes diplomáticas consultadas por Cuba Económica. Igual que ha sucedido con Unilever, algunas otras compañías con cierta antigüedad en el mercado cubano que gestionaban empresas mixtas optan por dejarlo.

Entre otras, la filial panameña de la compañía israelí BM Group o las empresas navieras que mantenían inversiones en la terminal portuaria de La Habana.

Y eso, cuando incluso los economistas más cercanos a las autoridades de La Habana parecen más convencidos que nunca de que no se producirá el despegue económico que necesita el país sin la ayuda de una potente apuesta de futuro de la inversión extranjera.

¿Qué sucede entonces? Sencillamente no se dan las condiciones, según explican algunos empresarios españoles con intereses en el país, para realizar inversiones a largo plazo. La estabilidad no es suficiente y hay cierto miedo a algunos acontecimientos que se vienen produciendo desde hace un par de años y han afectado mucho al sector. Otros observadores hablan de segundas lecturas en la cruzada anticorrupción que parecen haber emprendido en La Habana.

Para muchos hay una clave política evidente en este proceso porque entre los caídos se encontrarían compañías cercanas a los entornos de los principales miembros de la reducida cúpula cubana. Como si se tratara de un juego de ajedrez en el que unos y otros sacrifican determinados peones para ganar el centro del tablero.

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