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No parece que la mejor forma de fomentar el turismo sea molestar a los viajeros que llegan al país

En 15 días...

Las autoridades cubanas han decidido rescatar unos viejos aranceles aduaneros que gravan el ingreso en el país de casi cualquier tipo de artículo llegado desde el exterior, incluidos los alimentos. Las autoridades cubanas han decidido rescatar unos viejos aranceles aduaneros que gravan el ingreso en el país de casi cualquier tipo de artículo llegado desde el exterior, incluidos los alimentos. Aparentemente se trata de un movimiento con afán recaudatorio pensado para aprovechar la incesante llegada de las ‘mulas’ desde Miami, México y Paraguay. Esos transportistas privados e individuales que traen de todo y se mueven muchas veces en el mismísimo borde de la legalidad vigente. Pero, sea como sea, esa decisión, tal y como se ha planteado por ahora, también va a tener influencia en los turistas que llegan a Cuba con la única intención de aprovechar el sol de la Isla. Y con independencia de que está por ver el impacto que pueda tener esta medida en el día a día de los aeropuertos, molestar a los viajeros no suele ser una buena fórmula para incentivar su llegada.

Los aranceles que ahora se recuperan fueron suspendidos el cual fue suspendido tras el paso de los huracanes “Gustav”, “Ike” y “Paloma”, que azotaron al país en 2008, pero en su reintroducción se corrigen y aumentan las cantidades y los supuestos suceptibles de ser gravados.

El asunto tiene cierta importancia para la vida cotidiana de muchos cubanos de a pie porque, muchas veces, estas importaciones, sustituyen las carencias que provoca la incapacidad del circuito oficial de ofrecer a los ciudadanos de la Isla, muchos de los productos y suministros que les resultan necesarios. Y este tránsito, es tan común que no puede resultar desconocido para las autoridades cubanas. De modo que, puestos a encontrar algún tipo de ventaja en la decisión recién adoptada habrá que hacer uso de la fé y esperar que sirva para desenredar la madeja del ‘tejido aduanero’ de la Isla. Los aranceles son altos, pero la enumeración de los bienes sometidos a su gravamen es tan minuciosa que puede terminar por favorecer a esas importaciones informales de las que hemos hablado. Aunque, eso sí, un tanto encarecidas por el efecto de las tasas.

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