Los anunciados vientos de cambio en Cuba han devenido en una tenue brisa en los últimos tiempos. Los anunciados vientos de cambio en Cuba han devenido en una tenue brisa en los últimos tiempos. Quizá por eso en septiembre todo ha quedado reducido a algunos relevos en determinadas organizaciones territoriales del Partido Comunista sin mayor trascendencia política aparente y donde parece haberse respetado el principio de la jubilación de los más veteranos que, curiosamente, la cúpula habanera no ha considerado aún aplicarse a sí misma.
Superado ese tema de conversación y también alejado, por ahora del panorama cotidiano el peligro de que el dengue se convirtiera en una pandemia temible, quizá el gran elemento dinamizador de las tertulias de Radio Bemba haya sido en el último tramo de septiembre, el regreso a los comentarios callejeros de la posibilidad de que La Habana decrete de una vez por todas un cambio en la circulación monetaria del país que simplificase la situación actual.
Hasta hace muy pocos las apuestas de los jugadores más acreditados apuntaban hacia un superviviente seguro: el peso cubano. Sin embargo, ahora ya no se juegan tanto en la porfía y hasta hay quien se la juega a asegurar que será el ‘cuc‘, el viejo peso convertible el vencedor y único superviviente de la inevitable limpieza monetaria que vendrá.
No hay grandes novedades al respecto, ni noticias que sustenten esta oleada de rumores, o que indiquen que alguien, en alguna parte de la estructura del poder cubano pueda tener en estudio algún proyecto o ensayo del que se derive la posibilidad de la inminencia de ese acontecimiento. Pero, en Cuba, como en España se usa, y mucho, ese refrán que explica aquello de que ‘cuando el río suena‘ agua lleva. Desde luego, la paranoia de monedas, cambios, comisiones, impuestos y referencias, a la que debe enfrentarse cualquier cubano con un mínimo acceso al circuito de las divisas, hacen de los habaneros más expertos, auténticos cambistas callejeros bonaerenses.
