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Cuba y China tienen el mismo problema: Atajar la corrupcion

En 15 días...

La corrupción de los grupos de intereses cercanos a la cúpula del poder. Ese es el principal problema de China, según se desprende de la multitud de trabajos publicados en estos días sobre el último congreso del Partido Comunista del país asiático. La corrupción de los grupos de intereses cercanos a la cúpula del poder. Ese es el principal problema de China, según se desprende de la multitud de trabajos publicados en estos días sobre el último congreso del Partido Comunista del país asiático.

Una inquietud que, por cierto, comparte con sus colegas de esa pequeña isla del Caribe, donde también, en teoría, por lo menos, existe un sistema socialista que va a apostar por la economía de mercado sin eliminar el control que ejerce sobre la política una cúpula dirigente que, en este caso, no parece considerar necesario realizar cada cierto tiempo un cambio de caras. Aunque sea sólo para dar esa sensación de movimiento que tanto echan de menos los cubanos de a pie. Tanto los que viven en la Isla, como los habitan en el exterior del país que son muchos y que ya desde hace tiempo no están fuera por motivos políticos como antaño. Han salido a buscarse la vida y poco más.

También en Cuba esa corrupción parece repartirse por los distintos ámbitos y esferas de un poder muy reducido. Casi cosa de dos. Pero esos dos se golpean e intercambian peones en un momento especialmente delicado para el futuro de una Isla, donde todavía hoy, lo que sucede en el poderoso país vecino, en EEUU, tiene mucha más importancia de lo que parece. Y la victoria de Obama en las recientes elecciones presidenciales estadounidenses va a generar más de una preocupación en el núcleo dominante del ‘castrimo’.

Nadie cree, en realidad, que el político demócrata vaya a ‘levantar’ completamente el embargo en los próximos cuatro años. Pero sí es seguro que amagará con la flexibilización de muchas prohibiciones, como ya hizo en su primer mandato. Y la simple amenaza de lo que pudiera ser y, probablemente, no será se antoja suficiente para mantener en un estado de ansiedad permanente a los veteranos dirigentes cubanos que también sienten la presión de su propia edad y empiezan a ser conscientes de que ha llegado la hora de hacer testamento y dejar repartido, y bien repartido, el poder del futuro. Un poder que no es ya político, como fue. Y sí es económico. Ni más, ni menos.

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