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Diaz Canel, un joven león que entra en las nuevas quinielas del Futuro poder en Cuba

En 15 días...

Ha aparecido como por arte de magia, o no tanto, según las versiones que circulan ahora mismo por La Habana sobre el ascenso a la vicepresidencia de Miguel Díaz-Canel, una figura joven para los estándares del poder cubano con quien ya se especula como el posible sucesor, dentro de un lustro, del actual presidente Raúl Castro. Ha aparecido como por arte de magia, o no tanto, según las versiones que circulan ahora mismo por La Habana sobre el ascenso a la vicepresidencia de Miguel Díaz-Canel, una figura joven para los estándares del poder cubano con quien ya se especula como el posible sucesor, dentro de un lustro, del actual presidente Raúl Castro.

Díaz-Canel es de la misma edad, más o menos, que los tres aspirantes a sucesores que fueron eliminados por el camino por la implacable máquina de triturar delfines que mantienen en marcha los hermanos Castro. Aquellos Roberto Robaina, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque a quienes, en algún momento, tanto dentro como fuera de la Isla llegaron a considerar como herederos probables del poder. Una vez que Raúl y Fidel hubieran desaparecido. Pero no serán ellos, como ya se sabe. Y, a lo mejor, ni siquiera es este que ahora parte, eso sí, con todos los vientos favorables.

A diferencia de sus tres antecesores, Díaz-Canel, no fue primer secretario de la Unión de Juventudes Comunistas, aunque sí estuvo por allí, por supuesto. Además, tiene experiencia en la gestión del día a día de la vida partidaria en provincias, lo que puede suponerle un plus y también se relaciona con ese mundo de la cultura, la contestación y la modernidad que representó durante muchos años Abel Prieto, un ministro de Cultura que nunca sonó para la sucesión pero, o eso cuentan algunos locutores de Radio Bemba, llegó a mandar mucho en la corte de Fidel allá por la década de los noventa del pasado siglo más o menos. El nuevo vicepresidente era fan de los Beatles y la música anglosajona en los tiempos oscuros de la Revolución en los que llegó a prohibirse este tipo de música en Cuba por su supuesto mensaje imperalista. Todos estos ‘dones‘, más un cierto aire de cercanía, le han granjeado en principio la aceptación crítica de una población que, en principio, parece a favor de tener un dirigente en la cúpula del poder con menos trienios de lo habitual y más posibilidades de acompañar pronto a Chávez en el otro barrio que las que se le suponen a Fidel o Raúl.

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