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La voz de los cubanos que trabajan en el exterior va a resultar determinante para el futuro de la Isla

En 15 días...

Aunque ya no quedaban muchas dudas al respecto, parece cada vez más evidente, incluso para los más recalcitrantes fundamentalistas del ‘castrismo‘ que en el dibujo de la Cuba del futuro, que se va definiendo de forma progresiva, los cubanos que viven y trabajan fuera del país, van a jugar un papel determinante. Aunque ya no quedaban muchas dudas al respecto, parece cada vez más evidente, incluso para los más recalcitrantes fundamentalistas del ‘castrismo‘ que en el dibujo de la Cuba del futuro, que se va definiendo de forma progresiva, los cubanos que viven y trabajan fuera del país, van a jugar un papel determinante. Y, en las informaciones de los últimos días, aparecen muchos rastros de la verdadera importancia que este colectivo creciente va a cobrar. Lo quieran o no lo quieran algunos habitantes de determinadas instancias oficiales.

La cifra récord de remesas, cuya suma podría exceder los 5.000 millones de dólares, que ha llegado desde allende los mares, en dinero y en bienes tangibles, a la castigada población del país, según las estimaciones de varias consultoras, pone de manifiesto el apoyo que la particular diáspora que ha engendrado la Isla presta a sus conciudadanos. De modo que tendrá que ser así y, probablemente, los actuales poderes políticos ya hayan tomado nota, de que va a ser necesario oír la voz de estos conciudadanos que se han tenido que buscar la vida lejos del hogar para repensar el camino que debe recorrerse a la hora de transformar la Cuba actual para dar paso a la Cuba del futuro.

Porque si algo está claro es que estos exiliados de nuevo cuño no olvidan a su país. Y su forma de dejar patente esta realidad y de expresar su compromiso es, precisamente, realizar estos crecientes envíos de remesas que contribuyen, en primer término, a mejorar la vida de sus familiares, pero que resultan vitales para el desarrollo de todo el país. La transformación de esa Cuba exterior es tan evidente que quizá también Washington debería tomar nota de ello. Hoy por hoy, el viejo exilio anticastrista recalcitrante es un sector ‘periclitado‘ y cercano a la extinción que ya no representa nada. Si acaso sólo a sí mismos. Ha llegado también la hora de que la Administración de EEUU deje de conceder interlocución a estos grupos marginales y busque alternativas.

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