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Los hombres de negocios hispanos quedaron satisfechos con la visita de Margallo a La Habana

En 15 días...

El nuevo clima que parece haberse instalado entre Cuba y sus antiguos socios europeos, entre ellos España, concede alguna esperanzas a los empresarios del Viejo Continente instalados en la Isla que habían quedado relegados en los últimos años. El nuevo clima que parece haberse instalado entre Cuba y sus antiguos socios europeos, entre ellos España, concede alguna esperanzas a los empresarios del Viejo Continente instalados en la Isla que habían quedado relegados en los últimos años. El mal ambiente político y algunos problemas técnicos pesaban demasiado y los avances de otros países como Venezuela, sobre todo, Brasil o China, habían cambiado la correlación de fuerzas y el peso de cada colectivo en la nómina de aliados comerciales de La Habana. Pero el cambio de la coyuntura parece favorecer un cierto ‘regreso al pasado‘. Entre las dificultades de Caracas y la decisión de Bruselas de desmontar la Posición Común, en la que Madrid, por cierto tiene bastante que ver, las cosas han mejorado mucho. Sobre todo tras la reanudación de la cobertura Cesce para las exportaciones. Aunque las cantidades aún son pequeñas, el paso parece haber ido en la dirección correcta. Lo mismo que la reciente visita oficial del canciller español, José Manuel García Margallo a la Isla. A pesar de su perfil bajo, los esforzados hombres de negocios hispanos que siguen allí, están satisfechos con el viaje, porque creen que marca un necesario cambio de tendencia.

Pero ese optimismo no se refleja finalmente en el cierre de nuevas inversiones importantes. Tal vez, porque la reforma de la Ley de Inversión Extranjera ha decepcionado a la ‘afición‘ que esperaba más. Por lo menos, en cuanto a las garantías jurídicas disponibles. Además, hay experiencias todavía demasiado recientes entre los inversores internacionales que invitan a la cautela. Más de un empresario con buenas intenciones ha salido escaldado, tras vivir ciertas experiencias que están muy presentes aún en el ánimo de los próximos aspirantes.

Y, de fondo, los avances en la mejora del clima político entre Washington y La Habana siguen sin percibirse, a pesar de que parece claro que se están produciendo. Nadie descarta que en este tramo final de su mandato, cuando ya no se juega nada porque tendrá que abandonar la Casa Blanca en cualquier caso, Obama quiera pasar a la historia emitiendo alguna orden presidencial que ‘de facto‘ derribe por completo el embargo. Aunque antes, sin duda, los diplomáticos de ambos países tienen todavía que cerrar algunos ‘flecos‘ en esa negociación por debajo de la mesa que, según todos los expertos, resulta cada vez más fluida.

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