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Los millonarios cubanos exiliados quieren recuperar las colecciones de arte que les ‘robó’ la revolución

LOS MILLONARIOS CUBANOS EXILIADOS quieren recuperar las colecciones de arte que les ‘robó‘ la revolución. LOS MILLONARIOS CUBANOS EXILIADOS quieren recuperar las colecciones de arte que les ‘robó‘ la revolución.

Las cláusulas de confidencialidad firmadas por las grandes casas internacionales de subastas protegen la identidad de los actuales propietarios.

La revolución se lo llevó todo por delante. O eso aseguran algunas de las prominentes familias, como los Fanjul o los Mármol, que se marcharon del país tras el triunfo de Fidel Castro y tuvieron que dejar atrás sus valiosas colecciones de arte.

Ahora, tras el establecimiento de las nuevas relaciones entre Cuba y EEUU, muchos de ellos aspiran a recuperar sus propiedades. Pero no lo van a tener fácil. Al parecer, las obras más valiosas hace mucho tiempo que dejaron de estar en la isla.

Según algunos bufetes de abogados, como el neoyorquino Herrick Feinstein, expertos en la recuperación de colecciones ‘extravíadas‘, en Cuba, como en otros muchos casos, se produjo una colaboración entre las grandes casas de subastas, como Sotheby‘s y Christie‘s, y los nuevos gobiernos que necesitaban hacer caja con las colecciones expropiadas.

Y la naturaleza opaca de las transacciones en el mercado del arte, sobre todo cuando hay grandes obras de por medio ha instaurado un manto de silencio sobre la identidad de los actuales propietarios de esas obras, según una información de la agencia Reuters.

En el caso de los magnates cubanos, además, parece que las nuevas generaciones no desean ser compensadas por la pérdida. No quieren que el Gobierno cubano les entregue una cantidad de dinero simbólica. Pero sí aspiran a llegar a un acuerdo con las autoridades de la isla.

Desean que La Habana abra sus archivos y les de pistas sobre el posible paradero de sus cuadros y esculturas. Pero tal vez el problema no esté ahí. Muchos subastadores se amparan en el hecho de haber firmado contratos de confidencialidad con los compradores para negarse a facilitar la información que se les solicita.

En algunos casos, como la colección de arte Napoleónico que era propiedad del empresario azucarero Julio Lobo, el acuerdo puede ser fácil. El Gobierno cubano conservó estas obras y se encuentran expuestas en museos de la isla. Con lo que bastaría una ‘cesión‘ a perpetuidad de los herederos de Lobo para legalizar la situación.

Pero también se produjeron ventas de las que las propias autoridades de la isla no tienen noticia alguna. Operaciones llevadas a cabo por revolucionarios corruptos que usaron las vías habituales de los mercados negros de obras robadas para cerrar el negocio.

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