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El pistoletazo de salida se dará cuando Cuba llegue a un acuerdo con el Club de París

En 15 días...

Las cosas están cambiando en Cuba a gran velocidad, aunque no haya demasiada grandilocuencia en los acontecimientos actuales. Más que declaraciones solemnes o actos políticos simbólicos, en esta nueva fase del deshielo entre Washington y La Habana pueden apreciarse pequeños pasos que son tremendamente significativos. Las cosas están cambiando en Cuba a gran velocidad, aunque no haya demasiada grandilocuencia en los acontecimientos actuales. Más que declaraciones solemnes o actos políticos simbólicos, en esta nueva fase del deshielo entre Washington y La Habana pueden apreciarse pequeños pasos que son tremendamente significativos.

Lo son sin duda, esas dos noticias conocidas esta semana que implican en sí mismas un nuevo capítulo en la apertura de las comunicaciones y la interacción entre la Isla y el mundo. Nadie podría haber imaginado, por ejemplo, hace sólo unos meses que en marzo de 20015 iba a existir una conexión aérea directa entre la capital cubana y Nueva York, con frecuencia semanal. Y mucho menos que los habaneros iban a poder disfrutar de un punto de acceso a Internet libre y gratuito en su propia ciudad. Es obvio que, en ambos casos, el potencial real de las iniciativas parece corto. Sin embargo, los implicados saben que las bolas de nieve son muy difíciles de parar una vez que empiezan a rodar y, a pesar de ello, han puesto en marcha unos proyectos que albergan en su interior mucha más ambición que la que podría parecer con un análisis superficial.

Por eso, y con el convencimiento de que tras estos primeros escarceos, la apertura económica va a adquirir muy pronto un ritmo mucho más vivo, algunos grandes jugadores empresariales instalados en la Isla se apresuran, sin hacer demasiado ruido tampoco, a consolidar sus posiciones estratégicas. Acaba de hacerlo la constructora brasileña Odebrecht al adjudicarse las obras de ampliación del Aeropuerto José Martí.

Un contrato en el que el beneficio no está sólo en esos 207 millones de dólares (195 millones de euros) de los que se habla. Tal vez por eso, algunos países europeos, en especial Francia, pero no es el único, estén dando pasos decisivos para situarse también en posiciones claves antes de que se concrete el gran cambio que se avecina. Por cierto que el verdadero pistoletazo de salida está a punto de darse. Se producirá cuando Cuba llegue a un acuerdo formal de reestructuración de su deuda con los acreedores del Club de París.

La primera condición indispensable para que el país entre en los circuitos de financiación multilateral de los que ha estado ausente cinco décadas. Entonces sí que empezarán a llover los contratos. Y quizá sea tarde para que las empresas españolas saquen partido de la coyuntura.

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