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En la mayor parte de los negocios privados que se abren suele estar el dinero de la familia de Miami

En 15 días...

Con lentitud, como ya es costumbre en La Habana van apareciendo los primeros signos de importancia de que se avecina un cambio. O más bien de que el proceso imparable, que Barack Obama y Raúl Castro pusieron en marcha el pasado mes de diciembre avanza, aunque sea con pies de plomo. Con lentitud, como ya es costumbre en La Habana van apareciendo los primeros signos de importancia de que se avecina un cambio. O más bien de que el proceso imparable, que Barack Obama y Raúl Castro pusieron en marcha el pasado mes de diciembre avanza, aunque sea con pies de plomo. Es cierto que, tras el estallido de optimismo que supuso aquella declaración conjunta de intención de deshielo, una vez más todo parecía haberse detenido. Al menos, en lo fundamental que no es otra cosa que la llegada de la financiación exterior. Del chorro de capitales que pueda contribuir a poner en marcha la economía cubana, llena de potencialidades, pero con poco recorrido por la falta endémica de liquidez y flujos de crédito. Sin embargo, algo vuelve a bullir por debajo de la superficie. En especial tras la última Cumbre de las Américas de Panamá. Y parece ser que, de nuevo, antes de que el ‘amigo americano‘ haga su aparición definitiva en escena, los otros amigos, los del subcontinente podrían ser los primeros en introducir a Cuba en ese mundo institucional del crédito multilateralizado que también necesita. Sobre todo para poner sus infraestructura a la altura que ya alcanza su capital humano. Las insinuaciones, en ese sentido de la Corporación Andina de Fomento (CAF), de nuevo prematuras y evanescentes, son un paso en esa dirección. Ya saben que el camino pasaría también por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero las negociaciones del Club de París marcarán la pauta de los acontecimientos en los próximos meses. Mientras tanto, los empresarios estadounidenses de todo pelaje y condición, pequeños y grandes, parecen haber descubierto el placer de hacer turismo de negocios en Cuba. Al menos, estos que llegan ahora en oleadas, como participantes de viajes organizados que impulsan cámaras de comercio regionales y otras asociaciones del mismo tipo. Antes ya hubo, y después también habrá, otros viajeros procedente del mismo país que, con mucho menos ruido, hicieron muchos más negocios. Esos mismos, que según los habituales comentaristas de Radio Bemba, no siempre bien informados, pero habitualmente en el centro de la tendencia, llevan tiempo embozados en la retaguardia del cuentapropismo incipiente. Aunque sólo sea porque en la mayor parte de los negocios privados que se abren ahora en Cuba el dinero de la familia de Miami suele estar en el origen de todo.

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