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España fuera de juego en la reconfiguración de las alianzas geoestratégicas en la isla

Aunque hasta hoy no ha sido oficial la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, desde que en diciembre La Habana y Washington anunciaron el inicio de su particular «deshielo», se han comenzado a levantar las compuertas que dejarán fluir la financiación que el Gobierno cubano espera conseguir a cambio. En consecuencia, los principales gobiernos europeos han comenzado a moverse… todos salvo uno: el de España. Aunque hasta hoy no ha sido oficial la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, desde que en diciembre La Habana y Washington anunciaron el inicio de su particular «deshielo», se han comenzado a levantar las compuertas que dejarán fluir la financiación que el Gobierno cubano espera conseguir a cambio. En consecuencia, los principales gobiernos europeos han comenzado a moverse. Todos… salvo uno: el de España.

Así, llama la atención que cuando los gobiernos europeos hace meses que se han puesto en marcha para tomar posiciones antes de que se materialice el desembarco del amigo americano, el que fue el primer socio comercial de la Isla en los años 90, permanece fuera de juego.

No es extraño que Francia, cuyos bancos han sido siempre auténticos pilares en la financiación de la economía cubana desde los tiempos más remotos del castrismo, se haya apresurado a enviar al país caribeño al propio presidente de la nación. François Hollande ha tomado el mando de las relaciones bilaterales y ha conseguido que París se convierta en un «aliado» de referencia para el Gobierno cubano en Europa.

Llama quizá un poco más la atención que no solo los galos, sino que incluso países que tradicionalmente han apoyado el embargo, como Reino Unido o, en menor medida, Alemania hayan empezado a moverse.

Pero desde luego si algo destaca es la ausencia de España ya con la fallida visita del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, el pasado año, como ejemplo permanente de la falta de pericia demostrada por los gobiernos conservadores hispanos, en sus relaciones con la cúpula cubana.

Desde que el expresidente José María Aznar puso a la diplomacia española al servicio de los intereses del sector político estadounidense más cercano a la familia Bush, la situación se ha mantenido encallada. Una circunstancia muy perjudicial para las empresas hispanas instaladas allí, y en especial para el sector turístico. No conviene olvidar en este punto que las compañías españolas fueron las primeras en impulsar el turismo en la isla y que sin su intervención esta actividad económica no habría llegado a adquirir jamás en Cuba la relevancia que ahora tiene.

Destaca también que ante esta ausencia de España, también hay otros sectores de interés donde se registran avances inesperados de personajes con los que, en principio, parecía que no era necesario contar. Por ejemplo, en el incipiente mercado del arte que parece a punto de ponerse en marcha gracias a la celebración este año de la Bienal. Los coleccionistas están al acecho y algunas figuras notables, como ciertos miembros de la familia Cisneros, a quienes, en principio, se relacionaría con el anticastrismo han iniciado ya su desembarco. Otro negocio que puede encontrar un cauce, teóricamente muy distinto al que algunos habrían esperado. Y otra prueba de que cuando se trata de hablar de dinero, personajes aparentemente distantes encuentran muy rápido áreas de interés común.

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