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Ante la nueva etapa en las relaciones cubano-estadounidenses, los grandes inversores de Silicon Valley ya han tomado posiciones en la isla

Aunque a la finalización de la visita a la isla del Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, hace escasas semanas, se puso el acento en los acuerdos alcanzados con JetBlue, por el que desplazará vuelos charter a La Habana, o con el que el Instituto Roswell Park, por el que este podrá acceder a una vacuna contra el cáncer de pulmón, según señala Cuba Standard, la verdadera transcendencia de dicho viaje habría que buscarlo en otro acuerdo que ha pasado un poco más desapercibido. Así, es el acuerdo por el que la empresa neoyorquina Infor podrá comenzar a vender su software de gestión sanitaria en la isla el que nos revela la verdadera magnitud de los cambios que se están produciendo. Aunque a la finalización de la visita a la isla del Gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, hace escasas semanas, se puso el acento en los acuerdos alcanzados con JetBlue, por el que desplazará vuelos charter a La Habana, o con el que el Instituto Roswell Park, por el que este podrá acceder a una vacuna contra el cáncer de pulmón, según señala Cuba Standard, la verdadera transcendencia de dicho viaje habría que buscarlo en otro acuerdo que ha pasado un poco más desapercibido. Así, es el acuerdo por el que la empresa neoyorquina Infor podrá comenzar a vender su software de gestión sanitaria en la isla el que nos revela la verdadera magnitud de los cambios que se están produciendo.

No se trata tan sólo de que un acuerdo como este hubiera sido inconcebible hace tan sólo unos meses, o, como señala Cuba Standard, de que sean las empresas del sector tecnológico las que estarían empujando para superar los límites que aún existen en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos; sino, sobre todo, de que los grandes inversores de Silicon Valley ya han comenzado su desembarco en la isla. E incluso de más allá de Sillicon Valley.

Hay que destacar que el principal accionista de la neoyorquina Infor es la sociedad de inversión de capital variable, Golden State Capital Partners. Una empresa fundada en el año 2000 nada menos que por antiguos inversores y socios de Bain Capital y Bain & Company, la empresa que ayudó a fundar, el candidato a la presidencia en 2012, Mitt Romney. De hecho, la salida de quienes entonces fundaron Golden State Capital Partners se produjo a propósito de la excedencia que Romney se tomó en febrero de 1999 cuando se puso al frente del comité organizador de Salt Lake City para los Juegos de Invierno de 2002. Un movimiento a partir del cual Romney ya no abandonaría su dedicación al mundo de la política.

Incluso en 2013, Golden Gate Capital participó en una operación conjunta con Bain Capital cuando, junto a otras compañías, adquirieron BMC Software por 6.900 millones de dólares. Quizá tampoco sea casualidad que, según señalaba el Wall Street Journal, en un informe de 2014 «Golden Gate Capital es más activo invirtiendo en compañías públicas que la mayoría del resto de compañias de inversión».

Ahora, con la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, que se oficializó el pasado viernes, los puentes entre Cuba y EEUU son cada vez más profundos y parecen estar llegando a los más altos resortes del poder. Incluso a aquellos que aparentemente pueden encontrarse en el bando ideológico más opuesto a este tipo de movimientos. No olvidemos que, según el alto directivo de Bain, Harry Strachan, Mitt Romney pudo fundar Bain Capital gracias a la ayuda de grandes inversores Centroamericanos residentes en Miami, como los Salaverría o de Sola, no precisamente simpatizantes del Gobierno de la isla.

Sin embargo, en estos momentos, aunque el embargo sigue en pie, gracias a la letra pequeña de las nuevas normas y al levantamiento discreto de algunas prohibiciones clave, como las que impedían a las tecnológicas estadounidenses utilizar mano de obra cubana especializada, por ejemplo, las oportunidades de inversión son múltiples. Oportunidades que nadie parece querer perderse por muy profundas que sean las supuestas discrepancias ideológicas.

Cualquier empresa estadounidense puede importar servicios profesionales realizados en Cuba. Y contratarlos y pagarlos allí. Eso significa, entre otras cosas, que el país ya puede ser la sede de compañías que recluten programadores en la isla y realicen proyectos concretos por encargo de cualquier empresa de Silicon Valley. Como en la India pero mucho más cerca.

¿Cómo es posible? Sencillamente porque esta posibilidad ha sido autorizada por el Departamento de Estado en la Lista 512.582 que detalla las importaciones de bienes cubanos que han sido autorizadas por Washington. En total sólo hay 10 supuestos permitidos, pero precisamente el último de ellos es justamente ese.

Y, por supuesto no sólo abre la puerta a las tecnológicas, o a otras compañías que busquen mano de obra barata pero altamente especializada como las biotecnológias o las farmaceúticas, entre otras. También ampara otras posibilidades menos vistosas como la tradicional instalación de ‘call centers’ o el ensamblaje de componentes.

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