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Los gobiernos europeos se posicionan antes del desembarco americano. España no juega

En 15 días...

Quedan algunos flecos, aunque se van resolviendo sin prisa pero sin pausa., como corresponde al tradicional ritmo caribeño que le impone a todo Raúl Castro, el actual director de la orquesta cubana. Por si el presidente Obama no logrará forzar en el Congreso el levantamiento del embargo, asunto más simbólico que otra cosa, el mejor sistema es encontrar los huecos legales que ya ha practicado en esa legislación el Departamento del Tesoro. Ingeniería jurídica fina que ya diseñan con esmero unos cuántos especialistas de los bufetes de abogados de Miami, en reuniones discretas con funcionarios del Gobierno cubano. Encuentros que, esta vez sí, se hacen públicos en los portales de Internet correspondientes. Una red “semisecreta” de blogs y medios informativos sólo para iniciados que se reactiva cuando conviene, ya sea desde Washington o desde La Habana. Mientras tanto, y en paralelo, se procede también a levantar con mucha cautela las compuertas para dejar que empiece a fluir la financiación del crecimiento económico que el Gobierno cubano espera conseguir a cambio de los compromisos que ha suscrito con Washington.

Como siempre, ni el verdadero alcance, ni el calendario fijado para la puesta en marcha de esos acuerdos se conoce más allá de los círculos implicados desde el principio en el diseño del pacto. O, al menos, ese es el rumor insistente que se escucha, desde hace tiempo, en los ambientes diplomáticos europeos de La Habana. Por si acaso, los gobiernos europeos se han puesto en marcha para tomar posiciones antes de que se materialice el desembarco del amigo americano. Francia, cuyos bancos han sido siempre auténticos pilares en la financiación de la economía cubana desde los tiempos más remotos del castrismo, se ha apresurado a enviar al país caribeño a su propio presidente. Hollande ha tomado el mando de las relaciones bilaterales y ha conseguido que París se convierta en un “aliado” de referencia en Europa. Y también algunas cosas más que, igual que sucede en el caso de los estadounidenses, iremos conociendo poco a poco. Pero no solo los galos, incluso países que tradicionalmente han apoyado el embargo, como Reino Unido o, en menor medida, Alemania empiezan a moverse. Sólo España, que en los años noventa fue el primer socio comercial de la Isla, permanece fuera de juego. Y en su ausencia, también en otros sectores se registran avances inesperados de personajes con los que, en principio, no se contaba. Otra prueba de que cuando se trata de dinero, personajes aparentemente distantes encuentran rápido áreas comunes.

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