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La lenta invasión médica cubana

Radio Bemba

Aunque no son pocos los que auguran que cuando Washington afloje las amarras ocurrirá una verdadera invasión de estadounidenses a Cuba, en realidad desde hace años y sin casi ningún despliegue mediático algunos se han adelantado a establecerse por un tiempo en la isla prohibida, aunque con intenciones diferentes al turismo o inversión. Aunque no son pocos los que auguran que cuando Washington afloje las amarras ocurrirá una verdadera invasión de estadounidenses a Cuba, en realidad desde hace años y sin casi ningún despliegue mediático algunos se han adelantado a establecerse por un tiempo en la isla prohibida, aunque con intenciones diferentes al turismo o inversión.

Todo comenzó después que el huracán Katrina devastara partes de Louisiana y Mississippi en agosto de 2005, y Cuba ofreció médicos para ayudar a tratar a los miles de heridos y desplazados, pero como era de esperar, el gobierno de EEUU rechazó la oferta. En cambio, La Habana abrió las puertas para que jóvenes norteamericanos de pocos recursos pudieran estudiar medicina en la isla. Decenas aprovecharon la oportunidad, entre ellos Lillian Burnett, de Oakland, California.

Burnett se graduó en la Universidad de California en 2005 dispuesta a convertirse en doctora. Poco después, Pastores por la Paz, una organización interreligiosa dedicada a ayudar a las poblaciones marginadas, llegaron al Laney College en Oakland para hacer una presentación sobre la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), radicada en La Habana, cuyos graduados trabajan en ayuda de las comunidades menos favorecidas de sus respectivos países. Burnett recuerda hoy desde su habitación de estudiante en La Habana que pensó: «Ese es el tipo de médico que quiero ser. Incluso si no puedo necesariamente volver a los EEUU y practicarlo así, déjenme tener esos valores inculcados en mí mientras estoy aprendiendo esta ciencia.»

Hasta 2014, en la ELAM se habían graduado 23.000 estudiantes de 83 países de África, Asia y las Américas. Los graduados estadounidenses -hasta 2014, más de 100, junto con cerca de 100 que estudian actualmente- son «mayoritariamente jóvenes negros de familias de bajos ingresos, más de la mitad mujeres».

Burnett pasó algún tiempo en EEUU tomando cursos de premedicina y ahorrando, luego se inscribió en el programa y se trasladó a La Habana en 2011. Dice que uno de los atractivos de la ELAM es su énfasis en la responsabilidad colectiva más allá incluso de las diferencias culturales, así su grupo incluye estudiantes de Líbano, Pakistán, Mongolia, Ecuador y Comores. Y es que como dicen sus profesores, el éxito o fracaso se logra en conjunto, no como individuos.

Burnett está llegando al final de su cuarto año. Los dos primeros transcurren principalmente en las aulas, y los siguientes haciendo prácticas en los hospitales, pero desde el primer día los estudiantes son asignados a los barrios, donde comienzan practicando los aspectos más elementales de la atención primaria en la comunidad.

Ese sistema de atención primaria basado en la comunidad o sus principales fundamentos son los que Burnett y sus compañeros de estudios esperan llevar de vuelta a sus países de origen una vez graduados, como ya lo han hecho muchos: «Hay una forma de interactuar con la gente y estar presente en la comunidad que no es solo la medicina pura y dura«, dice, y agrega que «realmente me gustaría practicar en una comunidad para ayudarla a movilizarse en torno a su propia salud.»

Y menciona la situación de Oakland: «Hay un papel que el médico tiene que jugar frente a la violencia en la comunidad, en torno a hacer frente a las adicciones en la comunidad, frente a la brutalidad policial, esas son cosas por las que la gente está muriendo, y no hay una píldora para ellos. Es necesario comprender el impacto que todos esos factores económicos, sociales, políticos estresantes tienen en alguien que ha desarrollado una enfermedad infecciosa o diabetes o hipertensión en esa atmósfera. Hay medicina en eso también. Tienes la responsabilidad de eso, también.»

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