Existe la creencia real entre los cubanos de que los ciclones y tormentas tropicales son dañinos, pero llevan consigo mucha agua, “y el agua siempre es buena”. Existe la creencia real entre los cubanos de que los ciclones y tormentas tropicales son dañinos, pero llevan consigo mucha agua, “y el agua siempre es buena”.
Nunca como en estos momentos, muchos han añorado tanto que aparezca en el horizonte “un cicloncito”, y casi con alegría recibieron el reciente anuncio de la formación en el lejano Atlántico de la tormenta tropical Danny, con buenas condiciones para que en los próximos días se convierta en huracán y con derrotero hacia las Antillas Mayores.
Si Danny no se deshace, como ha ocurrido con las otras tres tormentas anteriores de esta temporada, deberá acarrear copiosas lluvias, lo que más necesita la isla en estos momentos, cuando padece la peor sequía en más de cien años, según los meteorólogos.
El panorama actual en los campos es desolador, con reses famélicas, campos agrietados, embalses casi vacios y ríos secos, mientras en muchas ciudades crece por día el número de familias que reciben el agua en camiones cisterna y hasta la Defensa Civil ha tomado cartas en el asunto anunciando medidas para controlar el consumo en las industrias y viviendas.
El alivio inmediato está en el ciclón y por no yerran quienes piden que venga, y traiga bastante agua y pocos vientos, o “que pase de refilón”, esperanzados en que mitigue la carencia del líquido, aunque temerosos ante el recuerdo de los más recientes huracanes, devastadores, sobre todo para las provincias del oriente del país.
