La venta de pescado “por la libreta” reapareció en agosto en La Habana, donde muchos no podían dar crédito a la noticia. Tanto es así que la mayoría corrieron a las pescaderías y carnicerías para comprobar por sus propios ojos la buena nueva. La venta de pescado “por la libreta” reapareció en agosto en La Habana , donde muchos no podían dar crédito a la noticia. Tanto es así que la mayoría corrieron a las pescaderías y carnicerías para comprobar por sus propios ojos la buena nueva.
Y no es para menos, pues la última vez que los habaneros pudieron adquirir su cuota de pescado (una libra por persona) fue en diciembre del 2014. Antes y después se han debido conformar con una extraña sustitución, centro de incontables chistes, de “pollo por pescado”.
De esta forma, en esta ocasión, hasta quienes no son muy amigos de los productos del mar adquirieron su cuota de pescado con satisfacción “para cambiar el paladar” según afirman. Y lo explican señalando que de seguir “a pollo nada más nos iban a salir plumas”.
Y así cargaron con sus jureles –para todos el mismo producto-, que procedentes quizá del lejano Pacífico, fueron de inmediato a la cazuela. Aunque también en no pocos casos al congelador para convertirse en el próximo almuerzo dominguero con todas las de la ley.
La ausencia del pescado en la mesa del cubano viene de largo. Con la histórica libreta de racionamiento lo recibían al menos una vez al mes, pero desde que la crisis económica apareció en 1991 se convirtió en una rara avis. Así, adquirirlo en grandes cantidades para abastecer a toda la población le resultaba al Estado más costoso que comprar toneladas de pollo.
