No por gusto, algunos clientes, acostumbrados a ver los “agros” desabastecidos, se asombran de encontrar en pleno agosto tomates, coles, pimientos y otros alimentos que hasta hace poco eran patrimonio de la “temporada de invierno”. No por gusto, algunos clientes, acostumbrados a ver los “agros” desabastecidos, se asombran de encontrar en pleno agosto tomates, coles, pimientos y otros alimentos que hasta hace poco eran patrimonio de la “temporada de invierno”.
Y es que la pobre variedad de productos del agro en los mercados cubanos durante el verano, cuando solo se podía encontrar boniato, malanga, pepino y algunas habichuelas, parece comenzar a cambiar lentamente gracias a medidas encaminadas a estimular a los productores y el aumento de las tierras del estado arrendadas a privados y cooperativas.
La verdad es que ya uno encuentra casi todo lo que busca, y es muy rico poder contar casi todo el año con productos que antes se perdían del mapa, comentan las amas de casa, aunque casi todas coinciden en que para abastecer la mesa todos los días “hay que ir al mercado con un camión de dinero”.
Obviamente, la mayor preocupación ahora es la monetaria, pues el número diez parece haberse convertido en el preferido de los comerciantes: Una col, 10 pesos, una libra de pimientos 10, y lo mismo la de tomates, o los aguacates más grandes, aunque la palma se la lleva la libra de cebollas, que en algunos mercados sobrepasa los 25 pesos, equivalentes a 1 peso cubano convertible (CUC), y para comprarla, dicen las amas de casa, “hay que pensarlo más de dos veces”.
