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El lider del sindicato unico cubano, de gira por las provincias,anuncia otra recolocación de la fuerza laboral

El Gobierno de La Habana parece haber elegido en esta ocasión a la Central de Trabajadores de Cuba, el sindicato único del país, para que dote de base ideológica al nuevo y quizá desesperado intento de hacer una reasignación productiva de los trabajadores. El Gobierno de La Habana parece haber elegido en esta ocasión a la Central de Trabajadores de Cuba, el sindicato único del país, para que dote de base ideológica al nuevo y quizá desesperado intento de hacer una reasignación productiva de los trabajadores.

En este caso afectaría sobre todo a aquellos que han perdido su empleo y reciben un subsidio de paro. Un emolumento limitado que, según los parámetros habituales, equivale a su salario, bastante magro siempre, sin el brillo que le suelen conceder los complementos.

El encargado de abrir el debate es el actual secretario general de esta organización, Salvador Valdés Mesa, quien sustituyó a Pedro Ross Leal en 2007 coincidiendo con la consolidación en el poder de Raúl Castro que ejercía como presidente interino desde agosto del año anterior tras el agravamiento de la enfermedad de Fidel. En la versión inicial que ofrece a lo largo y ancho del país este dirigente ‘raulista’ asegura que un país socialista no tiene que pagar subsidios a trabajadores improductivos. Quizá sea cierto, aunque en este caso, parece que obvia un problema clave: Si en Cuba no hay más empleador acreditado que el Estado y éste es incapaz de generar empleo estamos ante un círculo vicioso en el que resulta difícil buscar culpables en la población empobrecida.

Se trata probablemente de otra contradicción más en las convulsiones que se producen tras las bambalinas del aparentemente inamovible paisaje exterior que ofrece en este momento la foto del poder en la Isla.

Sin embargo, incluso desde este inmovilismo buscado se es consciente de que es necesario ofrecer una cierta sensación de actividad a la población. Aunque consista en elaborar carbón vegetal con el marabú que inunda los campos cubanos y que no es otra cosa que la versión caribeña de las malas hierbas que tan bien conocen los agricultores europeos.

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