A casi un año de que las autoridades dispusieran la eliminación de las ferias en que las que se vendía ropa importada por particulares proveniente de Ecuador, Panamá, Miami y hasta de Rusia y Haití, el negocio, según afirman muchos, sigue “igual que antes”, solo que “por la izquierda”. A casi un año de que las autoridades dispusieran la eliminación de las ferias en que las que se vendía ropa importada por particulares proveniente de Ecuador, Panamá, Miami y hasta de Rusia y Haití, el negocio, según afirman muchos, sigue “igual que antes”, solo que “por la izquierda”.
Las autoridades pretendían así asestar un golpe a “las mulas” que se dedicaban de manera creciente a la importación de ropa y otros productos, en un negocio que representaba una sangría constante de dólares, y porque era una “competencia desleal” a las estatales shoping, donde se venden en pesos convertibles (CUC) productos importados, pero con poca variedad y una más que evidente pobre calidad.
En enero desparecieron de la noche a la mañana las ferias, pero cientos de vendedores simplemente cambiaron su “modus operandi” y mudaron sus comercios para alguna discreta habitación de sus viviendas o llevan los productos a domicilio, ahora en la “ilegalidad”, pero con la ventaja para ellos de no pagar impuestos.
Muchos afirman que tarde o temprano el Estado tendrá que “abrir de nuevo el banderín y buscar alternativas más prácticas que la prohibición, porque al parecer el negocio de las mulas sigue en pie como se aprecia en el entra y sale por los aeropuertos.
