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La escasez de nuevas viviendas desplaza a los trabajadores cubanos de sus barrios

En sintonía con la progresiva apertura a la economía de mercado del país, los antiguos barrios proletarios, que requerían de méritos laborales y políticos para radicarse, han comenzado a convertirse en vecindarios de la clase media emergente. En sintonía con la progresiva apertura a la economía de mercado del país, los antiguos barrios proletarios, que requerían de méritos laborales y políticos para radicarse, han comenzado a convertirse en vecindarios de la clase media emergente. Es decir, en barrios en los que el único requisito es el aporte de cantidades monetarias de acuerdo a la ley de la oferta y la demanda.

Con la despenalización del dólar a principios de la década de los noventa y la posterior aparición del peso convertible, irrumpió una nueva forma de «selección natural», donde el dinero recuperó su valor para hacer transacciones. Sin embargo, no fue hasta finales de 2011 con la legalización de la compra y venta de viviendas que miles de apartamentos en barrios proletarios salieron al mercado.

Ahora, como señala el periódico digital dirigido por Yoani Sánchez, 14 y medio, en un extenso reportaje, este fenómeno se ha convertido en un síntoma más de la emergencía de una clase media a lo largo de toda la Isla. Especialmente en las cabeceras provinciales, ya que es allí donde se está concentrando esta nueva clase social en Cuba.

En concreto, por el momento son los edificios altos construidos en las décadas de los setenta y ochenta los que están sirviendo para ubicar a los cubanos con ingresos propios. Entre ellos, los de 12 plantas son los más frecuentes, seguidos de aquellos con 18 o 14 pisos, construidos con la técnica de piezas prefabricadas.

No obstante, como decíamos ayer, la creciente demanda que existe en el mercado en este sector junto al crecimiento por debajo de lo planificado en este área de la actividad económica, hace prever que se introduzcan nuevas técnicas de construcción de la mano de nuevas formas de producción y de la inversión internacional.

Algo similar a lo que ya ocurrió cuando se introdujeron los edificios de 26 niveles, con el entonces novedoso método de moldes deslizantes. Más aún cuando aún en la actualidad,el número de apartamentos «en las alturas» continúa siendo limitado y no existe oferta que satisfaga la nueva demanda.

Una insuficiencia en la oferta que se ve acentuada porque la mayoría de esas viviendas ya existentes tampoco se encuentran en un estado óptimo al requerir de inversiones que apuntalen su estado de deterioro. Y es que en 2014, se construyeron en toda la Isla tan sólo 25.037 viviendas, lo que está provocando que en lugar de todo el potencial de crecimiento económico que se podría alcanzar, se esté produciendo este efecto sustitución en los antiguos barrios proletarios.

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