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La Iglesia Católica vuelve a presionar a Raúl Castro

Un año después de que EEUU y Cuba iniciaran el proceso de deshielo en sus relaciones bilaterales, el ritmo de las reformas impulsadas por Raúl Castro no acaba de convencer a casi nadie. Ahora, la Iglesia Católica, una institución clave en el proceso de apertura de la Isla, ha vuelto a dar un paso adelante y a poner sobre el tablero la necesidad de impulsar las políticas de respeto a los derechos humanos. En una inusual declaración, Jorge Serpa, Obispo de Pinar del Río y responsable de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC), ha admitido que en la isla hay algunos “presos políticos”. Aunque también matizó que «fuera del país se confunde a menudo a los delincuentes con los prisioneros por motivos ideológicos.

“Sí tenemos casos de presos políticos, personas con largas condenas para las que he pedido -y no me cansaré de hacerlo-, como Iglesia, una revisión”, afirmó Serpa, en una entrevista publicada en la revista católica ‘Palabra Nueva’ en su edición de diciembre.

Esa afirmación contrasta con unas declaraciones del cardenal cubano Jaime Ortega, en una entrevista el 5 de junio con la emisora de radio española Cadena Ser, en la que dijo que en ese momento en Cuba no había presos políticos.

En 2010, la Iglesia Católica cubana inició un diálogo con el Gobierno de la isla que propició la excarcelación de 126 presos políticos.

El pasado mes de septiembre, poco antes de que el papa Francisco viajara a Cuba, el Gobierno presidido por Raúl Castro indultó a 3.522 presos, una medida que también había adoptado en ocasión de los anteriores viajes apostólicos realizados por Juan Pablo II, en enero de 1998, y Benedicto XVI, en marzo de 2012.

Sobre el aumento de la población penal cubana, el obispo Serpa consideró que al observar las causas por las que cumplen condenas muchos presos, las que abundan son “cohecho, malversación, robo y falsificación de documentos” y a su juicio, “todo eso es producto de una sociedad que se tiene que revisar”.

“Gústele a quien le guste y pésele a quien le pese”, resaltó.

Explicó, en declaraciones al Nuevo Herald, que la mayoría de los reclusos tiene edades entre los 30 y 40 años, que por esos delitos cumplen sanciones entre 8 y 12 años de prisión, aunque precisa que muchas veces se le suman más años por indisciplina dentro de prisión que por la misma condena.

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