La recogida de desechos es uno de los tantos problemas que tiene La Habana, en el que se conjugan por un lado la carencia de suficientes equipos, desde camiones hasta tanques de basura, y por la otra, la desidia de muchos pobladores de la ciudad no hacen el menor esfuerzo en mantener la higiene colectiva. La recogida de desechos es uno de los tantos problemas que tiene La Habana, en el que se conjugan por un lado la carencia de suficientes equipos, desde camiones hasta tanques de basura, y por la otra, la desidia de muchos pobladores de la ciudad no hacen el menor esfuerzo en mantener la higiene colectiva.
Sin embargo, en los últimos tiempos se ha generalizado en no pocos barrios una práctica muy extraña cuyos protagonistas son los propios trabajadores de la empresa de servicios comunales, la que se encarga, entre otras cosas, de mantener la limpieza de la urbe.
Para recoger las grandes cantidades de basura de todo tipo que llega a cumularse en muchas esquinas, emplean palas mecánicas con tal desenfado que, junto con la basura, en no pocas ocasiones arrancan los contenes y hasta pedazos enteros de acera, con lo cual la supuesta limpieza se convierte en un estropicio que, para colmo, no se ocupan de arreglar.
El problema ha saltado incluso a las páginas de algunos diarios y se ha convertido en tema recurrente de las quejas de los vecinos ante sus delegados del Poder Popular (concejales), pero “la gente de comunales” como les dicen, siguen haciendo de las suyas, y aunque hay menos aceras, no parece haber menos basura.
