El llamamiento emitido por el presidente Raúl Castro convocando a toda la población a asumir como propia la lucha para erradicar o al menos mantener dentro de lo permisible al indeseado mosquito Aedes aegypti en el país, ha llevado a muchos a aceptar como un mal muy necesario la incesante campaña de fumigación. El llamamiento emitido por el presidente Raúl Castro convocando a toda la población a asumir como propia la lucha para erradicar o al menos mantener dentro de lo permisible al indeseado mosquito Aedes aegypti en el país, ha llevado a muchos a aceptar como un mal muy necesario la incesante campaña de fumigación.
Las fumigaciones contra el mosquito -trasmisor en principio del dengue y el chicungunya, y ahora del temido zika-, no son nada nuevo, y quizá de tanto realizarlas sin resultados convincentes a la vista, muchos le restaron importancia y hasta buscaban la manera de “darle de lado” al personal de Salud Pública cuando tocaba a su puerta.
Sin embargo, ahora se ha dispuesto de 9.000 militares para llevar adelante junto al personal sanitario la labor con la mayor efectividad y rapidez, y no pocos vecinos de La Habana aseguran que “esta fumigación sí ha sido fuerte, pues ha matado hasta las hormigas y las moscas dentro de la casa”.
Incluso quienes hasta hace poco impedían bajo cualquier pretexto la fumigación en sus viviendas, ahora le dejan el paso libre a los militares, no tanto por el respeto que siempre impone el uniforme como por la precepción de que “la cosa está mala” y que el zika, aunque aún no ha aparecido en la isla, puede llegar de un momento a otro.
