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A una quincena de la llegada de Obama a Cuba

Algunos viejos comunistas cubanos, tan ceñidos a las disposiciones partidistas y “orientaciones del organismo superior” se están preguntando entre ellos y a sus jefes inmediatos en las células de base, si es que hay algo en especial con respecto a la próxima llegada del presidente Barack Obama los días 21 y 22 de este mes. Algunos viejos comunistas cubanos, tan ceñidos a las disposiciones partidistas y “orientaciones del organismo superior” se están preguntando entre ellos y a sus jefes inmediatos en las células de base, si es que hay algo en especial con respecto a la próxima llegada del presidente Barack Obama los días 21 y 22 de este mes.

Nada nuevo en estos días y casi de seguro nada de última hora. En su momento, desde la más alta jerarquía política de la isla y a tono con las características de decir poco y mucho al mismo tiempo, se le informó a toda la nación, en primera plana del diario Granma, portavoz del partido comunista, que el peculiar visitante sería tratado “con todo respeto y consideración”.

Pero como lo cortés no quita lo valiente, al mismísimo Obama se le acaba de decir este pasado sábado, por la misma vía ya comentada, que se nos estaba convirtiendo en arbitrario y agresivo al prorrogar la Orden Ejecutiva 13692 que declaraba “emergencia nacional” por “una amenaza inusual y extraordinaria” por parte de la República de Venezuela “a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”.

Con tantos y tan variados problemas que tiene Nicolás Maduro de cara a su propio pueblo pensar que también se propone amenazar la seguridad nacional de Estados Unidos es cosa de locos sin solución alguna.

Y Cuba le ha salido al paso a Obama llamando a toda la comunidad regional para que le digan un par de cosas a quien en cuestión de par de semanas pronunciará un discurso en el propio aeropuerto donde enaltecerá la decisión de ambos gobiernos por dejar atrás la belicosidad de más de medio siglo entre ambos.

Este escenario, como suelen decir los analistas, está siendo tratado con una muy fina acción diplomática por las dos partes. Botón de muestra, aún en claros-oscuros, es la solicitud del Presidente para reunirse con sectores de la oposición o disidencia interna que algunos enterados dicen que sí, y otros aseguran que no.

Muy difícil que desde la multitud, Obama se gane una rechifla y menos aún que algún iniciativista le saque un cartel mal escrito en inglés diciéndole mas cual o tal cual cosa. De momento, en declaración de gobierno, ya le pasaron un aviso con respecto a Venezuela.

Lo demás está por ver o interpretar cuando ya las vías por donde transitará “la bestia” están como nuevas, de estreno, aguardando por el acontecimiento.

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