En tiempos en que muchos reclaman reafirmar como nunca antes la identidad nacional, no pasó inadvertida la reciente inauguración en La Habana de la exposición “Fuerza y sangre”, con obras de varias de las figuras más importantes de la plástica, como Ever Fonseca, Flora Fong, Roberto Fabelo, Carlos Garaicoa y René Francisco. En tiempos en que muchos reclaman reafirmar como nunca antes la identidad nacional, no pasó inadvertida la reciente inauguración en La Habana de la exposición “Fuerza y sangre”, con obras de varias de las figuras más importantes de la plástica, como Ever Fonseca, Flora Fong, Roberto Fabelo, Carlos Garaicoa y René Francisco.
El tema central de la muestra es la plasmación de la bandera en el arte cubano, y las múltiples formas en que la enseña nacional es reflejada por el imaginario de los creadores, lo que ha causado admiración y hasta asombro entre los espectadores.
Pero de forma indirecta ello ha evidenciado lo que a juicio de no pocas personas es una carencia imperdonable: hallar una bandera en La Habana, no importa el precio, es misión casi imposible, y mucho menos encontrar una prenda que la simbolice de alguna forma, al menos con la combinación de los colores rojo, azul y blanco.
En contraste, muchos advierten la proliferación en todo tipo de vestuario con las insignias estadounidense o británica, fundamentalmente, cosa que consideran “una moda”, y no son pocos los que reclaman que “pudiera hacerse algo parecido con la bandera cubana” lo que sería una reafirmación de identidad sobre todo entre los jóvenes, aunque en ciertas esferas hay quienes consideran tal cosa casi “una herejía”.
