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Críticas en el sector oficial cubano ante la falta de transparencia del ‘deshielo’

El periodista Sergio Alejandro Gómez, nada menos que el jefe de la página internacional del diario Granma, ha publicado en su página web un texto en el que critica la falta de transparencia en torno a los pagos al Estado cubano por parte de Chanel por su reciente desfile en la Isla, y de la productora de «Rápido y Furioso» por el rodaje de la octava película de la franquicia en La Habana. El periodista Sergio Alejandro Gómez, nada menos que el jefe de la página internacional del diario Granma, ha publicado en su página web un texto en el que critica la falta de transparencia en torno a los pagos al Estado cubano por parte de Chanel por su reciente desfile en la Isla, y de la productora de «Rápido y Furioso» por el rodaje de la octava película de la franquicia en La Habana.

Unas críticas que, además, han multiplicado su reperecusión al ser reproducidas en el blog del popular cantautor Silvio Rodriguez, llamado Segunda Cita. Tanto es así, que apenas unos días después de su publicación, ya supera los doscientos comentarios tan sólo en esta página, pese a los conocidos problemas de conectividad en la Isla.

El periodista del gran periódico oficial cubano señala así que, estos acontecimientos «de la Cuba posterior al deshielo con Estados Unidos», son «preocupantes síntomas de una crisis en la comunicación política». No porque sean problemas políticos en sí mismos ya que «dificilmente lograrán tumbar una Revolución, mucho menos la cubana».

Pero sí porque podrían «trastocar el consenso social que ha sostenido el país por más de medio siglo» al constituir el desfile un evento destinado, por definición, al 1% más rico de la sociedad que, además, en Cuba «es aún más difícil de definir». De ahí, el interés por saber «la profesión, la billetera o el apellido correcto» de quienes asistieron al evento ya que, a su juicio, la gente tiene derecho a conocer a sus élites, «ya sea para amarlos o para lincharlos».

En este contexto, según apunta Gómez, mientras mucha gente trataba de ver el desfile, «había aún más en las tiendas tratando de encontrar productos básicos recién rebajados como pollo y aceite de cocina». Un oontraste que hizo que «algunos sintieran que el espectáculo, el primero de su tipo en América Latina, era un golpe bajo contra la austeridad revolucionaria, que en más de una ocasión se ha intentado vender como virtud en lugar de necesidad».

Más aún cuando existe la incógnita de saber «qué gana» el ciudadano común con estos eventos ya que «nadie ha dicho cuánto pagó Chanel por utilizar los espacios públicos o cuánto tuvo que erogar Rápido y Furioso por dejar el transporte de parte de la ciudad paralizado». Algo que, a juicio del periodista, podría «ser un alivio para quien sienten que la ciudad ha hecho un sacrificio» si se aclarase el destino de esos fondos; aunque, como también advierte, tampoco «garantiza que estén dispuestos a aceptarlo por igual».

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