En La Habana los cambios de las últimas semanas en el aparato ministerial se están convirtiendo en “tema del verano” en Radio Bemba, donde más allá de las argumentaciones más o menos lógicas de las autoridades sobre los movimientos de “cuadros”, muchas le buscan sus propias explicaciones y, de paso confieren sus particulares evaluaciones a los nombres que se mueven en la palestra. En La Habana los cambios de las últimas semanas en el aparato ministerial se están convirtiendo en “tema del verano” en Radio Bemba, donde más allá de las argumentaciones más o menos lógicas de las autoridades sobre los movimientos de “cuadros”, muchas le buscan sus propias explicaciones y, de paso confieren sus particulares evaluaciones a los nombres que se mueven en la palestra.
Un ejemplo es Marino Murillo, con quien muchos no comulgan porque, estando al frente del aparato económico, le achacan cuanto problema afecta al país, y que, si bien a juicio de sus detractores fue “destituido”, en realidad se le quitó parte de sus demasiadas responsabilidades para que se dedique a tiempo completo a un asunto estratégico de máxima importancia: la implementación de los cambios económicos anunciados.
En su lugar como ministro de Economía y Planificación fue puesto Ricardo Cabrisas, un hombre que con largos años bregando con aparente éxito de ministerio en ministerio del sector económico, es calificado por unos cuantos como “el incombustible”.
Pero hay quienes, pesimistas, advierten que como aparecen muy pocos nombres nuevos a la vista, la cosa no pasa de mover fichas o “dar agua” como se dice en el dominó, sin que ello implique cambios más profundos y necesarios para el país.
