o año después de que los precios de los productos se dispararan y el Estado tuviera que tomar cartas en el asunto aplicando “topes” a una amplia gama de productos agrícolas, parece haberse logrado lo que muchos dudaban: los mercados continúan abastecidos y los bolsillos de los menos favorecidos parecen algo más desahogados. Medio año después de que los precios de los productos se dispararan y el Estado tuviera que tomar cartas en el asunto aplicando “topes” a una amplia gama de productos agrícolas, parece haberse logrado lo que muchos dudaban: los mercados continúan abastecidos y los bolsillos de los menos favorecidos parecen algo más desahogados.
Incluso en esta época del año, cuando escasean los vegetales, “las aguas han mantenido su nivel” como dicen algunos, mientras que otros aseguran que “los revendedores se mantienen a raya” y advierten que ha desaparecido buena parte de los carretilleros.
Estos se dedicaban a comprar barato y vender caro, con la única ventaja para el cliente de llevarle el producto “a la puerta de la casa”, beneficio solo aceptable por quienes podían pagar hasta el doble por las frutas y los vegetales.
Ahora las autoridades parecen enfrascadas en relanzar los servicios en algunos de los mercados de la capital, creando mejores condiciones tanto para los clientes como para los vendedores, e incluso ampliando las ofertas con otros renglones, como conservas.
Entre las amas de casa la opinión es unánime: “eso está muy bien”, pero siempre, como todos están acostumbrados a que “escobita nueva barre bien”, le agregan la infaltable coletilla: “lo importante es que se mantenga”.
