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Fidel Castro ya no está

Radio Bemba

Aunque todos coincidían en que el desenlace tendría que llegar de un momento a otro cada vez más próximo, la noticia del fallecimiento de Fidel Castro el 25 de noviembre al filo de las 10 y media de la noche, sorprendió a todos. Aunque todos coincidían en que el desenlace tendría que llegar de un momento a otro cada vez más próximo, la noticia del fallecimiento de Fidel Castro el 25 de noviembre al filo de las 10 y media de la noche, sorprendió a todos.

Lo dieron por muerto tantas veces que solo cuando el presidente Raúl Castro lo anunció por la televisión con voz ronca, llegó la certeza para quienes se enteraron de primera mano por estar despiertos cerca de la media noche, y pronto los teléfonos comenzaron a sonar de casa en casa y tres palabras bastaban para desvelar a muchos: “Falleció el Comandante”, por ironías de la vida, exactamente 60 años después de que abordara en México el yate Granma para dirigirse hacia Cuba a hacer historia.

Al amanecer, los comentarios entre vecinos eran solo para ratificar la noticia ya conocida, entre murmullos, en un ambiente de pérdida, como cuando alguien muy cercano se va, para no volver, sin despedirse.

Porque durante más de medio siglo Fidel Castro fue un hombre muy cercano a todos los cubanos, tanto seguidores como detractores, pendientes unos y otros de su palabra encendida, de sus largos discursos, de sus ideas brillantes, controvertidas o utópicas que lo llevaron a ser, como muchos han afirmado siempre, un político demasiado grande para una isla tan pequeña.

Hay duelo nacional por nueve días. Todos los espectáculos públicos fueron cancelados, y los homenajes comienzan este lunes en que miles acuden a rendirle tributo en La Plaza de la Revolución de La habana, y se prolongarán hasta el 4 de diciembre cuando sus cenizas sean inhumadas en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, pero más allá de las acciones oficiales, el recogimiento y el silencio se apoderaron este fin de semana de La Habana donde ni siquiera se escuchaba la música estridente de los “almendrones”.

Mientras, la televisión no para de rememorar los grandes momentos del líder y su Revolución, su proyección política y humana, o los elogios casi unánimes de presidentes, jefes de gobiernos y personalidades de todos los ámbitos –salvo contadas y esperadas excepciones-, en tanto el ciudadano de a pié lo recuerda cada quien a su manera, con calificativos que pretenden abarcarlo: “Valiente”, dicen muchos, “audaz”, “humano”, “visionario”, “alegre”, “guía”, “solidario”, “amigo de los humildes”…

Otros lo resumen en tres palabras: “Comandante en Jefe”, aunque para la mayoría, en los ambiente más íntimos, fue desde siempre “El Caballo”.

Hay quienes insisten en que lo más importante es preservar su legado, aunque otros desconcertados se preguntan “y ahora qué va a ser del país”, la misma interrogante que se hicieron tantos en 2011 cuando la salud dejó de acompañarlo y dejó a un lado todos sus cargos, y sin embargo el país siguió su ritmo habitual entre avances y retrocesos, logros y carencias.

Pero aun así, al fin y al cabo para fieles y enemigos seguía ahí, casi al alcance de la mano, como a punto de volver a tomar las riendas en caso necesario.

Ahora, ya no está.

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